El texto, que se expondrá al público, tiene el apoyo de la Generalitat y de todos los grupos municipales menos el PP, que ha presentado enmiendas.
Según el texto, la próxima narcosala se abrirá entre Sant Martí y el Eixample, que son los distritos donde existe más demanda y que todavía no tienen ningún servicio de este tipo, según explicó ayer la presidenta de la Agència de Salut Pública, Imma Mayol. Seguramente, seguirán Les Corts y Gràcia.
Cambios en los actuales
El plan de drogas también dice que se ampliará la narcosala de Drassanes (para dar mejor atención a los usuarios actuales) y la de Via Favència, que terminará por trasladarse al ambulatorio de Río de Janeiro o al de Chafarinas, tal y como avanzó 20 minutos.
Mientrastanto, se instalará una furgoneta en la puerta del actual equipamiento para poder ampliar el servicio. La sala de la Vall d’Hebron cambiará su ubicación para instalarse dentro del hospital. De hecho, todas las narcosalas se ubicarán, desde ahora, en centros de atención médica.
En Barcelona, hay 7.500 heroinómanos. La mitad de ellos se tratan habitualmente y unos 2.000 se han pasado a la metadona.
Quieren dejar la cocaína
El alcalde Joan Clos lamentó que cada vez se empieza antes a fumar porros y que se ha «banalizado» su consumo. También dijo que se han reducido los problemas relacionados con la heroína, pero que han aumentado los de la cocaína. En el caso de esta droga, alertó que hay unos 13.600 consumidores y explicó que sus secuelas aparecen más tarde. Sólo hay 1.880 personas en tratamiento para dejar la cocaína pero, en un sólo año, se han interesado 900 más. Estos centros también tratarán a gente con problemas de cocaína y alcohol.
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