‘Micción imposible’ en el Inem, Tráfico y comisaría

Las dependencias administrativas públicas de la ciudad donde hay que esperar más y soportar largas colas no disponen de aseos públicos
Quien dijo aquello de que el sentido común es el menos común de todos los sentidos estaba, probablemente, esperando en alguna cola de una administración pública y, además, se orinaba. Nos explicamos.

Jefatura de Tráfico de Córdoba, 10 a. m. Queremos renovar el carné de conducir y hay una cola considerable. Hora y media de espera: «Perdone, ¿el cuarto de baño?», preguntamos al guardia jurado. «Aquí no hay aseo», responde con cara de «esto ya me lo han preguntado mil veces antes y las que me quedan». Intrigados, y nunca mejor dicho: pensando en hacer del periodismo ‘un auténtico servicio público’, nos dirigimos hacia la cercana comisaría de Policía, en la que nos encontramos con la misma carencia de infraestructuras.

Decididos a comprobar que, aunque parezca increíble, ningún arquitecto ha previsto la eventualidad de la micción donde las colas son inevitables, seguimos caminando. Ahora nos dirigimos hacia Correos. Repetimos la operación y se repite la contestación: «Lo sentimos, aquí no tenemos lavabo público». Último intento: la cola del paro. Ahí pensamos, mientras caminamos a la oficina del Inem de la plaza de Colón, que es imposible tanta crueldad: parado y encima...

«Buenos días», sonreímos al guardia jurado, «¿el cuarto de baño, por favor? Es que tengo una urgencia», exageramos. «No, no, aquí cuarto de baño para la gente no hay; pero vaya al bar de al lado que es donde va todo el mundo». Y, claro, en el bar terminamos.

‘Micción imposible 2’

Miccionar en la vía pública en Córdoba puede resultar problemático si no estamos en las Tendillas, Colón o el Plan Renfe. En esos lugares hay, como sabrán, urinarios públicos que, de bonitos que son, parece que están camuflados. Por muy poco dinero, estos aseos, adaptados también para minusválidos, permiten aliviar las urgencias físicas y disponen de un sistema de autolavado que los deja limpios. Y, ojo, si miccionan en la calle, aténganse a las consecuencias: las ordenanzas municipales disponen multas por «satisfacer las necesidades fisiológicas vertiendo sus productos en la vía pública».

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