Acusado de matar a un vecino de Torreperogil alega que la víctima fue a por él con insultos y amenazas

El hombre de 62 años de edad acusado a matar a un vecino de su finca en la localidad jiennense de Torreperogil alegó hoy en el juicio que la víctima se dirigió hacia él con insultos y amenazas de muerte y que incluso levantó una azadilla contra él, pero que reaccionó "rápidamente" y no le pasó nada.

En la vista, que se celebra desde hoy en la sección tercera de la Audiencia Provincial de Jaén bajo el procedimiento del Tribunal del Jurado —integrado por siete mujeres y dos hombres—, el procesado relató que el día de los hechos, el 29 de mayo de 2008, ambos coincidieron en sus fincas y que la víctima empezó a insultarle y fue a por él con esa azadilla, si bien él consiguió quitársela mientras el fallecido decía que le iba a matar, según expuso.

El acusado explicó que llevaba muchos años de "sufrimientos" debido al carácter de la víctima, con la que tenía abierto un litigio penal ya que supuestamente el fallecido había movido mojones de la finca del acusado apropiándose de parte de su terreno y que como ese proceso judicial se demoró "mucho" —precisamente al mes siguiente tenían el juicio tras haber puesto la denuncia en 2003— cayó en una "depresión", "con ansiedad" y tenía la cabeza trastornada. A todo ello añadió que la víctima le había hecho "mucho daño" y que le tenía "acosado" hasta el punto de que le perseguía "de noche y día" y le tenía amenazado.

Por eso, afirmó que cuando ese día se dirigió hacia él la víctima, de unos 82 años de edad, con la intención de matarle, se le acumuló todo ese sufrimiento "de años" y se formó "un volcán" dentro de él, por lo que tras quitarle esa azadilla fue tras él y le dio un golpe con una de sus herramientas. "Él se cayó, no se movía ni lamentaba", aseguró, para agregar acto seguido que se arrepintió "espontáneamente" de lo que había hecho, por lo que decidió entregarse en el cuartel de la Guardia Civil.

El procesado detalló que tras el golpe el fallecido cayó "de forma fulminante" con los brazos estirados y boca abajo, "fue una situación muy tensa", sostuvo. A preguntas de la acusación y del ministerio fiscal sobre por qué después de que estuviera la víctima en el suelo le roció con gasolina y le prendió fuego si creía que ya estaba muerto respondió que no sabe porqué hizo eso y que no recuerda cómo lo incendió. "No fue por hacerle padecer, le creí muerto", especificó a preguntas de la defensa.

A continuación, el acusado manifestó que se marchó a su casa para cambiarse de ropa y que poco después pidió a un amigo que le llevara al despacho del abogado que le llevaba el otro asunto penal por los mojones para entregarse a la Guardia Civil.

De hecho, este abogado relató al tribunal que recibió en su oficina al procesado y que, "muy nervioso", le confesó que había matado a la víctima con alguna herramienta que no recordaba. "Me dijo que el otro le había insultado, que se abalanzó, y que él le dio un golpe", recordó. Además, expuso que el fallecido tenía problemas con otros linderos y agregó que él le acompañó hasta el cuartel la Guardia Civil, desde donde todos fueron al lugar de los hechos y que allí el procesado se lamentaba de todo por su hijo y pidió al sargento que le pegara un tiro.

El ministerio fiscal solicita inicialmente que este hombre sea condenado a 19 años de prisión por un delito de asesinato al considerar que hubo ensañamiento ya que después de darle el golpe la víctima siguió viva y en ese estado le roció con gasolina y le prendió fuego, mientras que la acusación particular eleva la pena que pide de cárcel a 25 años al entender que concurren ensañamiento y alevosía y la defensa argumentó que no se trató de un asesinato y fundamenta que, en todo caso, se da las atenuantes de arrepentimiento espontáneo y arrebato.

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