No es nada raro encontrar pisos alquilados por partida doble. Es decir, que el inquilino a su vez alquila una o varias habitaciones de la vivienda que ocupa a otras personas.

La situación es la siguiente: Juan posee un piso y se lo alquila a Pedro. Pedro a su vez alquila una habitación dentro de esa vivienda a Alberto para llegar mejor a fin de mes.  Juan y Pedro tendrían un contrato de arrendamiento y Pedro y Alberto uno de subarriendo.

Es algo conocido como subarriendo y que se produce especialmente en las grandes ciudades y en tiempos de apuros económicos. Los estudiantes y los inmigrantes lo hacen con especial frecuencia.

Al igual que en el caso de las mascotas, salvo que en el contrato se especifique que está prohibido el subarriendo (una claúsula que a veces se incluye, ya que muchos propietarios quieren controlar qué personas entran  en su propiedad)  se da por hecho que el subarriendo está permitido. Eso sí, el propietario tendrá que dar su consentimiento previo por escrito.

Si en el contrato de alquiler se especifica que está prohibido el subarriendo y, pese a todo, el inquilino mete a terceros en casa cobrando por ello, el arrendador tiene derecho a dar por terminado el contrato de alquiler unilateralmente y el arrendatario tendrá que abandonar el inmueble sin derecho a ninguna indemnización.

Hay una salvedad: en los contratos de alquiler previos a la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994 sí que se permite el subarriendo sin el consentimiento delpropietario siempre y cuando no haya más de dos subarrendatarios.

Al igual que conviene que el arrendatario disponga de un contrato por escrito con el propietario, también al subarrendado interesa hacerle un un contrato de subarriendo en el que quede claro su nombre, la zona de la casa que se subarrienda y el precio del subarriendo.

Algunos detalles a tener en cuenta