Decía también otras cosas a cual más gorda: que la Junta se reía de los ciudadanos, que sólo apuesta por la privatización publica, que no cumple, pero envuelve su fracaso en celofán. Lo que no decía es qué pensaba hacer la oposición, aparte de protestar. Vivimos una realidad política perfectamente disociada. Por un lado, una clase política en paro técnico que evoluciona de forma impune condenada a la tarea única de reproducirse. Por otro, una sociedad «real» desconectada que se desinteresa de la clase política, pero no se pierde el espectáculo, agradecida al verse libre de esa tarea superflua que es administrar el poder, felizmente reservada a charlatanes, depredadores y especuladores, sin contar a los filósofos de labios de cera. Entre tanto, las madrugadas de los finde, jóvenes cachorros de esa sociedad real destrozan las jardineras, mean en los garajes y se cagan en sus muertos. Los padres (ciudadanos) no saben, no contestan.
La estrategia del celofán
Lo decía el viernes el portavoz del PSOE: los presupuestos de la Junta para 2006 «incumplen fraudulentamente» la estrategia para luchar contra la despoblación.
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