La primera vez se quejó de buen rollo. Escuchaba en su casa las conversaciones de los comensales del restaurante que tiene en los bajos de su casa. Creyó que bastaría con eso para que los dueños insonorizaran el local.

Pero el buen rollito se le acabó cuando el marido de la dueña del restaurante le espetó un día:«Si te molestan los ruidos puedes hacer tres cosas: vender tu casa, aguantarte o denunciarme. Hasta que no haya una sentencia firme no voy a insonorizar nada».

Eso fue en 2007. Desde entonces, María José Hernández no ha parado de enviar escritos al Ayuntamiento de Cartagena, al Defensor nacional del Pueblo y el mes pasado, al Defensor del Pueblo en Murcia.

En 2008, el Ayuntamiento le aseguró por carta que multaría al restaurante, donde el equipo de Gobierno de la alcaldesa Pilar Barreiro (PP) celebraba comidas oficiales, si no insonorizaba el local.

El Defensor nacional del Pueblo le contestó en julio de 2009, que el Ayuntamiento obligaría al restaurante Azafrán a cerrar una trampilla por la que se cuela el ruido. Ha sido en vano. Sigue igual, pese a que el restaurante ha sido remodelado recientemente.

La dueña del Azafrán es Lolo Galindo, ex asesora de Artes Plásticas de la alcaldesa de Cartagena hasta noviembre de 2009, cuando dimitió agobiada por acusaciones de trapicheos urbanísticos en zonas protegidas de la ciudad.

41 quejas al Defensor del Pueblo

Cuenta María José Hernández que en los últimos 3 años ha tenido que soportar dos o tres cenas multitudinarias a la semana. «Oigo todas las conversaciones, brindis, actuaciones en directo y cumpleaños felices hasta las 4 de la madrugada», explica a 20minutos. Como ella, el año pasado otros 41 murcianos denunciaron contaminación por ruidos ante el Defensor del Pueblo. La semana pasada, el Supremo dictó una sentencia, que María José aplaude. El alto tribunal entiende el ruido como un delito de lesiones. De momento, esta vecina de Cartagena se ha querellado contra el Ayuntamiento por no cumplir las sanciones que ha dictado en su caso.