Pisos en primera línea de... A-5

Unos 20.000 vecinos de Batán sufren día y noche problemas de contaminación y ruido por el tráfico de la carretera de Extremadura, en un tramo de 2 kilómetros que no está previsto soterrar.
Cercados por los coches. Un vecino, en una estrecha acera del Paseo de Extremadura.
Cercados por los coches. Un vecino, en una estrecha acera del Paseo de Extremadura.
Sergio González
Cercados por los coches. Un vecino, en una estrecha acera del Paseo de Extremadura.
Éranse 20.000 vecinos a una carretera pegados. Los de Batán (Latina), que llevan décadas soportando el estruendo, sintiendo las vibraciones y respirando la carbonilla que provoca el denso tráfico de la A-5 (bajo el nombre de Po. de Extremadura) a su paso por el barrio.

Más de la mitad de los afectados viven «en primera línea de playa», en viviendas cuyas fachadas están, en algunos casos, a menos de un metro y medio de la calzada. Llevan años reclamando una solución al problema. Pero sin resultado.

Entre dos túneles

«Cuando el consistorio anunció el soterramiento de la Avda. de Portugal con la M-30, confiábamos en que el túnel incluiría también este tramo de la vía, pero no ha sido así», lamenta Candi Campiña, portavoz vecinal. «Nos dijeron que posiblemente se nos diese una solución con la Operación Campamento, pero tampoco nos han incluido en esos planes. Ahora, resulta que el único tramo de la A-5 cuyo soterramiento no se contempla es el que pasa por nuestro barrio».

Cuando comenzó a construirse Batán, en los años 50, el paseo de Extremadura era una vía de adoquines con tranvía y un solo carril por sentido. En 1991 el Ayuntamiento hizo un estudio para instalar pantallas acústicas, pero el proyecto se descartó por la excesiva proximidad de los edificios a la vía.

Hasta veinte decibelios de más

El ruido que soporta Batán es excesivo. Y no sólo en opinión de los vecinos: un estudio elaborado este mismo año por el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento lo corrobora. En los diez puntos donde se hicieron mediciones se registraron hasta 83,4 decibelios, cuando el máximo establecido por la ley es de 65 durante el día y 55 por la noche. Los vecinos han reclamado también un estudio municipal sobre la contaminación atmosférica para confirmar lo que todos sospechan. «Basta una semana para que aparezca en la cortina una mancha negra, como de aceite, con la forma exacta del hueco de la ventana», dice Manuel Dorado, un vecino.

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