Según recoge la sentencia, hecha pública hoy, el acusado, Carlos C.G., de 59 años de edad, llevaba unos cinco meses en trámites de separación de su mujer, con la que había estado casado 31 años, si bien no aceptaba esta situación.

Así, entre las 6,00 y las 18,00 horas del día 25 de octubre de 2009, y con la idea de menoscabar la integridad física y moral de su esposa y para mantener o crear una situación de dependencia y superioridad personal sobre su mujer, el procesado aflojó la tuerca del latiguillo del freno de las rueda trasera derecha del vehículo usado habitualmente y casi en exclusiva por su esposa.

Tras dicha manipulación, y al poco rato, el turismo perdió todo el líquido de frenos. Así, cuando ese mismo día su mujer salió de casa con su coche, al descender en primera marcha por una pendiente pronunciada de unos 50 metros de largo existente a la salida de la casa familiar, situada en Cacicedo de Camargo, cuando accionó el pedal del freno no consiguió detener el vehículo en una intersección como ella quería.

No obstante, al circular a baja velocidad pudo controlar el vehículo con el freno motor y con un pequeño repecho de la calle por la que giró a la derecha donde dejó aparcado el vehículo posteriormente.

De este modo el acusado consiguió su objetivo inmediato principal de tratar de evitar o dificultar las salidas de casa de su mujer con sus amigas.

Ese mismo día, sobre las 23,00 horas, al encontrarse el matrimonio en casa y recriminarle su esposa al acusado "lo de los frenos", éste, para zanjar la discusión y provocar temor en su mujer, le dijo "qué pasa; quieres que te de una paliza, me estás obligando a que te de una paliza".

Según recoge la sentencia, en los días anteriores, unos dos meses antes y en más de una ocasión, también en el domicilio familiar, ante la hija mayor de edad del matrimonio, y generalmente en el curso de fuertes discusiones por la separación planteada por su esposa y no asumida por el acusado, éste dijo a su mujer: "si me tengo que ir de la casa, prendo fuego a la casa, aunque sea contigo dentro", además de lanzarla otros insultos y amenazas.

Por esos hechos, el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Santander, en funciones de guardia, dictó auto con orden de protección, imponiendo al acusado la prohibición de acercarse a menos de 500 metros de la persona y del domicilio personal y laboral de la víctima o comunicarse con ella por cualquier medio o procedimiento, hasta que recayera resolución, incluyendo también medio telemático de control.

Ahora la sentencia condena al procesado, como autor de un delito de violencia de género de amenazas leves, a la pena de nueve meses de prisión, y prohibición de acercamiento, en un radio de 100 metros, a la víctima o su domicilio, por un plazo de dos años, y la prohibición de comunicarse con ella durante el mismo tiempo.

La misma sentencia acuerda la suspensión de la pena privativa de libertad impuesta al condenado, a condición de que no vuelva a delinquir en el plazo de dos años; que cumpla las prohibiciones impuestas en el fallo respecto a la víctima, y que realice cursos educativos en materia de violencia género.