"Cuando se haya roto el infinito estado de servidumbre de la mujer, cuando alcance a vivir por ella y para ella, y cuando el hombre, hasta ahora abominable, le haya dado su indulto, entonces la mujer también será poeta y encontrará lo desconocido", vaticinó en 1871 Arthur Rimbaud.
Casi un siglo y medio después, las mujeres "pueden destacar en el panorama artístico igual que un hombre, sin necesidad de hablar de lucha de sexos", opina Marisa Oropesa, Comisaria de la exposición de Creadoras olvidadas que acaba de ser inaugurada en Valladolid. Sin embargo, no siempre fue así.
La muestra auspiciada por el Ayuntamiento vallisoletano y que se exhibirá en la Sala Municipal de Exposiciones de la Iglesia de las Francesas hasta el 8 de marzo, echa la mirada atrás para homenajear a aquellas artistas de los dos últimos siglos cuyos trabajos se mantuvieron ocultos y ajenos al reconocimiento que merecían por los convencionalismos sociales.
"Se las llamaba ‘señoritas pintoras’, nunca se las consideró profesionales, y la Policía las reñía si las veía trabajando en un espacio público", explica Oropesa, para quien fueron precisamente aquellas pioneras quienes, a través de su constancia, su pasión y su lucha callada desde los lienzos y los pinceles, lograron que en el siglo XXI se puede disfrutar de grandes obras maestras.
Hoy Creadoras olvidadas ofrece un recorrido por los cuadros y esculturas de una veintena de mujeres, muchas de ellas esposas o hijas de artistas reconocidos. María y Helena Sorolla (hijas de Joaquín Sorolla), las hermanas Álvarez de Sotomayor, Manuela Ballester (compañera de Joseph Renau) o Eva Preetsmann Aggerholm, esposa de Vázquez Díaz (a la izquierda, uno de sus óleos de naturaleza muerta), son sólo algunos de esos nombres.
Mujeres a la sombra
Compartieron su necesidad por crear en una sociedad que no se lo permitía. Estás son algunas de las protagonistas de Creadoras olvidadas, y sus pasiones artísticas.
Luisa Vidal Puig (1876 -1918): Hija del artista Francisco Vidal y discípula del gran Arcadi Mas i Fondevila, estudió en París, donde participó en varias exposiciones individuales y colectivas. Sus mayores éxitos los obtuvo como retratista, aunque también trabajó el bodegón y la pintura de género. Su técnica era tan depurada que hizo que despertara el interés del público y de la crítica.
Pilar Álvarez de Sotomayor (1908): Hija de Fernando Álvarez de Sotomayor, nació en la Coruña en 1908. Con tan sólo 15 años, se instala en Chile junto a su familia y no regresaría a España hasta 1915. Desde muy temprana edad se dedica a la pintura, y nunca dejará de hacerlo. En 1932 completa su educación en París. Después, participaría en algunas exposiciones, como la de la Asociación de Artistas de la Coruña en 1934. En sus últimos años ingresa en las Religiosas Adoratrices, donde seguirá con su actividad pictórica. También sus hermanas Rosario y María Josefa, cuyas obras están presentes en la muestra, realizan trabajos notables de pintura y decoración.
Desde entonces, simultanea pintura y escultura, aunque la primera será su opción definitiva. En 1956 logró ofrecer su primera exposición individual en Valladolid.
Lola Anglada Sierra (1893 - 1984): Dibujante barcelonesa de la primera mitad del siglo XX, consiguió merecida fama como ilustradora de libros, sobre todo de carácter infantil. Sus dibujos de una exquisita pulcritud transpiran ingenuidad y delicadeza. Además de las ilustraciones infantiles, realizó un buen número para obras de bibliófilo e incluso para obras escritas por ella misma. Sus trabajos van firmados por Lola A, si bien anteriormente lo había hecho con el seudónimo de Estel.
La muestra la componen, además, Mercé Rodoreda i Gurguí, Teresa Condeminas Soler, Joaquina Zamora o María Barbá, y un centenar de obras que exploran diversas técnicas y estilos.
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