El alcalde de La Jonquera, Jordi Cabezas, explicó en declaraciones a Europa Press que valoran muy positivamente los resultados que está dando la ordenanza, en su primer medio año de aplicación, e indicó que ahora la prostitución se ejerce únicamente "en lugares muy apartados".

"Las pocas mujeres que quedan se resisten a marcharse y son multadas casi cada día", relató. Cabezas cree que el reglamento también ha servido para "asustar y ahuyentar" a los clientes, ya que "van con más cuidado". Además, los pocos que son pillados por la Policía Municipal —entre unos 15 ó 20, desde la entrada en vigor de la ordenanza— pagan las multas al momento, sobretodo "por miedo a que les lleguen a sus casas".

"La ordenanza sirvió para espantar primero a las prostitutas que no querían problemas, y segundo a los clientes, que sabiendo que pueden ser multados, ya no se paran en La Jonquera", matizó Cabezas. La noticia de la nueva ordenanza salió publicada incluso en algunos periódicos franceses, por lo que también se ha frenado la llegada de clientes del otro lado de la frontera, aseguró.

El alcalde reconoció que las multas que ponen a las prostitutas casi nunca las cobran. Las primeras que fueron sancionadas se marcharon "y ya no sabemos dónde están" y las que quedan tampoco pagan. "Es necesario un expediente administrativo y enviar la multa al domicilio y no tenemos ni direcciones ni ninguna referencia de ellas", aclaró Cabezas.

La ordenanza de convivencia del ayuntamiento de La Jonquera aplica diferentes sanciones: la sanción mínima, por ser pillado por primera vez y en espacios apartados del núcleo urbano, es de 750 euros. Si la infracción es más grave o existe reincidencia, la multa es de 1.500 euros, y en el caso de que la prostitución se practique cerca de zonas deportivas o escolares, entonces la sanción puede llegar hasta los 3.000 euros.

Otros de la demarcación también están aplicando ordenanzas similares, como es el caso de Sant Julià de Ramis. Mientras otros preparan reglamentos para el próximo año, como el consistorio de Figueres. De todos modos, esta medida o parecidas, ya se está aplicando en otras ciudades catalanas, como en Barcelona o Lleida. Aunque el país pionero en este tipo de sanciones fue Suecia, que en 1999 ya empezó a multar a los clientes de las prostitutas.