"Iba para estrella de fútbol, pero he acabado siendo Rey Mago, que es mejor"

  • Jacinto Elá Eyene era una promesa del fútbol que llegó a jugar en la liga inglesa, pero el azar truncó su carrera deportiva.
  • El pasado martes dio vida al Rey Mago Baltasar en la cabalgata del municipio catalán de Sant Joan Despí.
Jacinto, en una foto reciente; detrás, una imagen de Esther, su novia.
Jacinto, en una foto reciente; detrás, una imagen de Esther, su novia.
J. E.
Jacinto, en una foto reciente; detrás, una imagen de Esther, su novia.

Llegó a jugar en la mejor liga de fútbol del mundo, la inglesa, pero la suerte (la mala o la buena) quiso que Jacinto Elá Eyene, una promesa del fútbol, acabara lejos del campo de juego y convertido en rey Baltasar en el municipio catalán de Sant Joan Despí.

Hijo de guineanos, con 10 años se trasladó a Barcelona junto a su madre y sus dos hermanos. Como todos los niños de su edad, por aquel entonces Jacinto ya jugaba a fútbol, pero pronto destacó entre sus compañeros.  A los 13 años, consiguió su primer contrato después de ser elegido mejor jugador de la Nike Premier Cup con el Espanyol Infantil A. Hasta los 19 jugó con el segundo equipo en Segunda B, "y cuando todo apuntaba a que me iban a llevar al primer equipo, me dijeron que no había dinero. Así que me fui a Inglaterra". El azar estaba empezando a marcar su carrera deportiva, pero él aún no lo sabía.

Comenzó a jugar "en la mejor liga del mundo", la inglesa, en el Southampton F. C., aunque "jugar, jugué poco". Y como no pisaba el campo tanto como le hubiese gustado, decidió volver a España, al Hércules, que por aquel entonces estaba en Segunda B. A sus 20 años veía cumplido su sueño, pero le duró poco: una rotura de los ligamentos cruzados le devolvió de golpe a la realidad.

Un impago tras otro

A su lesión se unió que el Hércules estuvo cinco meses sin pagar a la plantilla, así que Jacinto volvió a Inglaterra hasta que se le acabó el contrato un año después. Recogió sus bártulos y comenzó su periplo por varios equipos: Alavés B, Dundee United, Gavà, Gramenet... Todos equipos de Segunda y Tercera, donde los problemas económicos y los impagos se sucedían uno detrás de otro. "No escarmenté. Me llamó el Logroñés (que siempre ha tenido fama de tener problemas económicos), me contó una película y les creí. Cobré mes y medio".

Los contratiempos pudieron con él y tiró la toalla: "Me faltaban ganas para seguir jugando al fútbol", cuenta. "Siempre quise ser futbolista, pero no de esa manera". De su peregrinaje, del que guarda algunos buenos recuerdos, quiere dejar clara una cosa: "A pesar de que estuvimos cuatro meses sin cobrar en el Alavés, Piterman es un genio y conmigo se portó muy bien".

En verano 2008, con 26 años, dejó el fútbol para siempre y encontró su primer trabajo como empleado de tren de largo recorrido. "Viajé y conocí a mucha gente. Fue muy divertido", recuerda. Luego estuvo captando clientes para una compañía telefónica, puerta por puerta ("eso sí que era jodido"), pero "como tenía la ilusión del que empieza a trabajar por primera vez, le echaba más ganas de ninguno".

De su siguiente trabajo lo echaron por la crisis, pero en seguida encontró uno de monitor de tiempo libre. Y a los dos meses lo contrataron un colegio de El Raval, en Barcelona, un barrio mítico donde viven muchos inmigrantes. Trabaja como monitor de inmigración. "Estoy ganando menos dinero que nunca, pero da igual. Los chicos no tienen ni la mitad de lo que teníamos nosotros; aun así, siempre están sonriendo". Eso le llena.

"No hay nadie que vaya en tu contra"

Junto a su novia, Esther, ha montado un negocio de ropa personalizada, Malabona, un proyecto con el que ambos están "muy contentos". Gracias a él, el Ayuntamiento de Sant Joan Despí le ofreció dar unos talleres de diseño de ropa en el municipio. Un buen día, una regidora de la localidad se le acercó y "algo avergonzada", le preguntó si le importaría ser Rey Mago. Al principio le dio vergüenza, pero no se arrepiente de haber dicho que sí: "Cuando juegas a fútbol te gusta ser el centro, pero ser Rey Mago es mejor, porque todos te miran y ahí no hay nadie que vaya en tu contra. Incluso por momentos te crees que realmente eres un Rey, te quedas embobado". Lo mejor, sin duda, los niños: "No te pagan con dinero porque ver las caras de niños y padres no tiene precio".

Sobre la polémica de los baltasares blancos pintados de negro opina que "es ridículo. España es un país que tiene muchas razas y eso es bueno; es bueno que esté todo mezclado. Y con todos los negros que hay, ¿para qué vamos a pintar a un blanco?".

La vida de Jacinto ha dado un giro de 180 grados. Si la suerte (la buena o la mala) hubiese sido otra, quizá sería un Cristiano Ronaldo, un Kaká, un Eto'o o un Messi. Pero Jacinto asegura que es feliz. "La gente que me conoce de cuando jugaba en el Espanyol me pregunta: '¿Pero cómo has acabado así?' Yo no he acabado así, yo estoy empezando a vivir".

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