Banco de Alimentos de Baleares atendió a un total de 27.595 personas durante 2009, 2.822 más que las beneficiadas el año anterior, pese a que a lo largo del pasado ejercicio recibió un menor número de productos para distribuir, según explicó hoy el presidente de la entidad, Manuel Marco.

En rueda de prensa, acompañado por el presidente del Govern, Francesc Antich, Marco detalló que a lo largo de 2009 la asociación benéfica entregó 249.218 kilogramos a través de los fondos de cohesión de la UE, cantidad que contrasta con los 543.975 kilos del año anterior. Ello se debe a que los alimentos recogidos de la UE en 2008 fueron gestionados únicamente por Banco de Alimentos mientras que al año siguiente se incluyeron en el reparto Cáritas y Cruz Roja.

Mientras tanto, en lo que se refiere al conjunto de productos entregados -no sólo los de la UE-, se distribuyeron 574.667 euros en 2009 y un total de 848.483 en 2008. Asimismo, el responsable de la entidad apuntó que el año pasado los alimentos fueron distribuidos entre 66 entidades -frente a las 88 del ejercicio anterior-.

Durante el acto, Marco lamentó que "nunca está equilibrada" la cantidad que reparte Banco de Alimentos con la demanda que recibe, aunque agradeció la "solidaridad" de la sociedad balear que aporta alimentos para que sean repartidos a través de esta entidad a las personas más desfavorecidas. También destacó la necesidad de que Banco de Alimentos continúe recibiendo este tipo de productos "preferiblemente que el dinero", ya que "esto demuestra la transparencia de nuestra labor a todas luces".

Por su parte, Antich explicó que el Govern invirtió 69.384 euros en esta asociación el pasado año, 15.000 de ellos para el reparto de alimentos, 24.000 como subvención para la compra de este género y unos 24.000 euros para cubrir la adquisición de furgones. La cantidad aportada por el Ejecutivo en 2008 ascendió, por su parte, a 14.700 euros.

Cabe destacar que los bancos de alimentos tienen como principal objetivo aprovechar los excedentes de alimentos consumibles, que por dificultades de comercialización, excedentes de stock, proximidad a la fecha de consumo preferente, o defectos de embalaje, se hubieran destinado a su destrucción.

A partir de ahí, y gracias a la ayuda de voluntarios, en su mayoría jubilados y prejubilados, en todo el territorio nacional se hace llegar la comida a los centros en los que se encuentran estas personas en riesgo de exclusión social.