A golpe de música

Nueva percusión
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Nueva percusión

La revolución comenzó en los años treinta del siglo xx. Los compositores, seducidos por el nuevo ritmo del mundo, crearon las primeras obras conocidas en Occidente para percusión: Ionisation, de Edgar Varèse, incluye sonidos producidos con lija y látigo. «Estaban buscando el timbre. Hoy estamos demostrando que realmente tenían razón los Schoenberg y compañía», dice Juanjo Guillem, uno de nuestros músicos mejor considerados a nivel internacional. La música culta se abría, a la vez, a otras tradiciones: la orquesta de percusión india sirvió de inspiración para la revuelta musical encabezada en los sesenta por John Cage. En España, el Grupo de Percusión de Madrid fue pionero, pero es a partir de los noventa cuando puede hablarse de la primera generación de ensembles dedicados al instrumento, en estrecha dependencia con la labor de composición.

El peculiar momento de la contemporánea permite que un ensemble español celebre veinte años de existencia: Amores Grup de Percussió —formado en Valencia en 1989 por Jesús Salvador Chapi, Pau Ballester y Ángel García— lleva todo 2009 haciendo honor a dos décadas. «Escogimos el nombre de una obra de John Cage y seguimos su filosofía; nuestras influencias vienen dadas por la experimentación. Seguimos buscando emocionar al público y darle una nueva percepción. Sabemos que tenemos que pelear contra las músicas de masas». Entre otros actos, realizaron el estreno de Amorexxs (dedicada a ellos), de Andrés Valero, junto a la Orquesta de Valencia.

Instrumentistas de percusión españoles (Valencia ha resultado una gran cantera), son considerados expertos en el mundo. Otro combo que está bien asentado es Neopercusión, bajo el liderazgo de Juanjo Guillem (Catarroja, Valencia). Desde su nueva atalaya en el Centro Cultural Galileo (Madrid), programan, estrenan e implican al público. «Estamos haciendo seis conciertos al año, yo quiero llegar hasta nueve. Tener nuestra propia sede es muy importante». Juanjo Guillem fundó la escuela y el grupo del mismo nombre, junto a Juanjo Rubio, hace quince años. A ellos se une Rafa Gálvez, uno de sus muchos alumnos.

En un tratado ya clásico (editado aquí en 1995) se lee: «Sus sonidos retumbantes, sus ritmos precisos tienen más bien una acción psicológica: provocan movimientos del cuerpo, aturden y perturban el cerebro». Desde Beethoven y Berlioz hasta Reich y Riley, el proceso ha llevado a liberar el instrumento de su papel subsidiario. Se hace música con agua, con aire, mediante la incorporación de instrumentos étnicos milenarios o utensilios de cocina, en una investigación tímbrica sin final último. El universo sonoro de la percusión parece captar de una forma más natural al público: «El tambor forma parte de todas las culturas del mundo; y eso ancestral que está en los golpes conmueve a todos, porque se lleva en el pulso de la sangre», declara Chapi, de Amores.

El compositor y la escritura, por delante

Para Miquel Bernat, director de Drumming Grup de Percussão: «La percusión está muy ligada a lo tribal, a la world music, cosas en las que el público está interesado». Bernat, también valenciano, trabajaba en conservatorios de Bruselas y Rotterdam cuando fue requerido en Portugal para implantar estudios de percusión en Espinho. Después, en Oporto, fundó Drumming, que fue grupo residente en el año de la capitalidad cultural (2001).

Por su relativa novedad, el bagaje de obras es más escaso. Hoy, en España, compositores como Jesús Rueda, David del Puerto o Ramón Humet escriben con frecuencia para percusión, pura o en mezcla. Les Percussions de Strasbourg es el grupo que más ha hecho en este sentido; el grupo más longevo del mundo acumula cuatro décadas y más de 250 obras estrenadas. Jean-Paul Bernard, director artístico, nos contaba: «Insistimos siempre en que nuestro principal interés es la obra, el compositor, más que la ejecución técnica o física. Esto puede dar una razón a nuestra longevidad, porque siempre hemos puesto por delante al compositor y la escritura». Xénakis, Donatoni, Luis de Pablo, Stockausen, Dufourt... Estrenan obras nuevas cada año. «Es la manera de seguir descubriendo el talento».

A Miquel Bernat o a Juanjo Guillem nuestros compositores les dedican obras habitualmente. En Estados Unidos, cuna de creadores y responsables del fenómeno, un jovencísimo grupo va a estrenar la próxima pieza de Steve Reich, Mallet Quartet. Adam Sliwinski, de los neoyorquinos So Percussion, opina: «Cada pieza es absolutamente única, rara vez alguien escribe dos veces para los mismos sonidos. Nos encanta estar mezclados en ese proceso», en el que compositor e intérprete descubren al unísono. La búsqueda sonora y experimental, objetivos de la creación contemporánea, en la percusión se transforma en show. «Vienen a los conciertos y quedan asombrados con lo que se puede hacer con los instrumentos, nunca imaginaban tanto», incide Chapi. Aunque según Guillem: «La percusión es lo más antiguo, pero en realidad lo más moderno es la electrónica, y eso nos va a comer a todos».

Percusionista ‘performer’

«A mis alumnos les digo: «¿Por qué tocas percusión, por la música, o porque te gusta mostrarte?». Miquel Bernat se cuestiona a menudo el atractivo innato de su instrumento. «En Cajas de música había cajas grandes que se cerraban y nos tragaban, y la percusión sonaba sin ser vista. Quería interrogarme sobre el exhibicionismo». El percusionista evoluciona en el escenario con un set cada día más complejo y vistoso. Se desase del estereotipo de músico serio, utiliza la iluminación y la coreografía. Juanjo Guillem es responsable de que, en 2009, se estrenase Musik Im Bauch (1975), de Stockhausen, en España. Este montaje para seis percusionistas (que reunió a Neopercusión y Amores) incluye actuación, disfraces y un pájaro gigante de trapo y cascabeles.

Miquel Bernat y Drumming, como también Amores, crean espectáculos integrales: «Yo no reniego del lado performer, incluso lo estudio. Puedo añadir cualquier cosa que haga mejor y más explícita la música, pero ésta tiene que prevalecer». Y en ese movimiento generador de experiencias, la tendencia es crear en compañía. Konekt@rte, uno de los ciclos de neopercusión en el Galileo, ha incluido conciertos junto a sopranos, DJ, electrónica... Ahora se traen a percusionistas indonesios de gamelan.

Los imparables multimedia

Amores produce hace tiempo espectáculos mixtos: Callejón sin salida incorpora a bailarines de breakdance. «Mezclándonos con las demás disciplinas hemos conseguido llegar a otro público y salir del hermetismo». Coinciden en que el gueto de la contemporánea es artificial, incluso el grupo decano: «Hemos puesto en marcha proyectos con el coreógrafo Michèle Noiret o Angelin Preljocaj, con el teatro y con el vídeo. La percusión, más que otros instrumentos, facilita estos encuentros. Además, los jóvenes compositores están muy interesados por los multimedia. Es la evolución de la sociedad», dice Bernat.

Miquel, de Drumming, ha colaborado en danza y teatro, sobre todo con la compañía Rosas de Anne Teresa de Keersmaeker: «Me encanta la danza. Algún espectáculo lo hemos hecho cien veces, y consigues una perfección que es imposible con la música contemporánea: con frecuencia, tocas una obra una vez y no la haces más».

Desde hace cuatro años, So Percussion colaboran con los electrónicos Matmos: «Vienen de una dirección completamente distinta. Esta mezcla nos ha cambiado de arriba abajo». Para ellos es lo más natural del mundo: «John Cage puso el foco en la electrónica y lo multidisciplinar hace tiempo, ¡sólo tratamos de alcanzarle!», dice Adam. La inquietud y la vanguardia les bailan en las manos. Por eso, alguien visionario como Juanjo Guillem es capaz de declarar: «Me empiezan a sonar muy clásicos mis instrumentos. La marimba me suena a madera, aunque le meta armonías difíciles y clusters. Es necesario sacar los instrumentos de contexto para hacerlos más contemporáneos».

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