Será porque está acostumbrada. Porque desde que comenzaron las zanjas y la ciudad se llenó de vallas ella tiene que armarse de una paciencia infinita. «La mayor dificultad que tenemos los discapacitados es que nos movemos por referencias fijas, desde una papelera o una farola. Las obras lo que hacen es desorientarnos mucho.
Cuando eso ocurre cuesta retomar el camino», dice.
Cada vez que se tropieza con una valla o con una zanja Rebeca tiene que pedir ayuda. Y no siempre es fácil. «Una vez iba bordeando una valla y me encontré con una moto mal aparcada. Empecé a tocarla con mi bastón y de repente apareció el dueño y comenzó a increparme. Tuve que explicarle que no era intencionado. Es lo que pasa, que a veces el desconocimiento provoca esas situaciones», concluye.
La ONCE registra muchas quejas
La Organización Nacional de Ciegos (ONCE) asegura que no tiene ninguna postura oficial frente a los problemas que causan a los discapacitados visuales las obras de Madrid. «Sí recibimos muchas quejas, pero de forma particular. Muchas de ellas las trasladamos a Urbanismo», aseguran desde esta organización. La ONCE tiene 9.351 afiliados en la región.
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