Érase una vez un hombre gigante que vivía en una diminuta aldea turca...

  • Sultan Kosen tiene 26 años, mide 2,47 metros y nunca ha tenido novia.
  • El hombre más alto del mundo tuvo que abandonar el colegio ante la imposibilidad de conseguir mobiliario adaptado a sus necesidades.

Sultan Kosen (1983) mide 2,47 centímetros y ha sido incluido en la última edición del Libro Guinness de los Récords como el hombre más alto del mundo. Sultan no quiere un harén, pero busca mujer. El joven otomano cita al sexo femenino en siete ocasiones durante una conversación con 20minutos. Una vez cada 180 segundos. Dice que no se impacienta, pero insiste. Su eslogan: "Le daré de comer con mis mano". Sus palmas miden 28 centímetros, así que no es mal negocio.

La altura de Sultan Kosen es proporcional a su humildad. Anhela un trabajo de funcionario y cita como héroe a un diputado de la diminuta aldea turca en la que nació. Kosen matiza que admira su "modestia", aunque su intérprete revela que el dirigente político le ha regalado una casa en Ankara. El tamaño de la vivienda es estándar, pero el hombre hiperdesarrollado asegura que no piensa reformarla.

"Soy yo el que tiene que adaptarse a la sociedad, y no al revés". Una percepción loable aunque desesperante en determinantes momentos de su vida. Sultan tuvo que abandonar el colegio ante la imposibilidad de conseguir mobiliario adaptado a sus necesidades y, desde entonces, la búsqueda de trabajo se ha convertido en un monográfico de ensayo y error. Su suerte viró cuando en 2003 un cazatalentos del equipo de baloncesto del Galatasaray fijó su atención en él. Pero fue un espejismo. Su desgarbo y los problemas de salud impidieron su debut en la cancha.

Sultan sumó el desengaño deportivo al ranking de las frustraciones adolescentes y cruzó sus dedos. La suerte ha regresado seis años después en forma de récord. Desde que ha sido inmortalizado en tinta, Kosen ha recorrido Europa. Viajado en business. Ha sido admirado. Fotografiado y solicitado por las publicaciones más prestigiosas del viejo continente. El joven turco seguirá juntando tres camas para poder dormir, pero sueña en vertical y ya no siente vértigo. Literalmente. "Ahora podría subir al lomo de un águila y dar la vuelta al mundo...".

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