Entre lágrimas, aplausos y canciones una multitud ha despedido en las calles de Buenos Aires a la cantante Mercedes Sosa, cuyas cenizas serán esparcidas por su familia en las tres ciudades que marcaron su vida: Tucumán, Mendoza y la capital argentina.
Miles de personas esperaron la salida del cortejo fúnebre del edificio del Congreso, donde la Negra Sosa fue velada durante 24 horas con honores sólo reservados a las más reconocidas personalidades de la política y la cultura.
Con flores y lágrimas en los ojos, la multitud ha saludado con aplausos y canciones el paso de los restos de La Voz de América, en su recorrido hacia el cementerio de Chacarita, donde cientos de admiradores la recibieron bailando chacareras -un género tradicional del norte argentino- y al grito de "No se va, la Negra no se va".
Los acordes de Luna tucumana y Sólo le pido a Dios despidieron a la artista, cuyas cenizas serán repartidas entre Tucumán -su ciudad natal-, Buenos Aires -donde vivió la mayor parte de su vida- y Mendoza, el lugar en el que consolidó su proyecto musical.
Su muerte, en el amanecer del domingo tras varios días de agonía, conmocionó a generaciones de latinoamericanos que sufrieron las dictaduras de los años 70 y 80.
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