Sólo cuatro reducidos grupos de sevillanos tuvieron la oportunidad de disfrutar de esta panorámica de vértigo, al estilo del jorobado de Notre Dame. Con guía de lujo, acariciaron de cerca las maravillas del majestuoso templo gótico: arbotantes, muros contrafuertes, gárgolas, pináculos y hasta rosetones y vidrieras de colores.
Un palacio restaurado
A la misma hora, 20 minutos acompañó al grupo que se apuntó a conocer la Casa Pilatos. Se llama así porque el primitivo Vía Crucis que se hacía a la Cruz del Campo tenía su estación primera en este palacio: era el Ecce Hommo, la presentación de Jesús ante Pilato. Así lo explicó durante la visita el arquitecto Rafael Manzano, conservador del monumento. Manzano guió a los curiosos a través de las tres zonas principales: la entrada o el apeadero, el patio central o de honor y los dos jardines.
Además de conocer todas las riquezas que encierra este palacio mudéjar-renacentista, los visitantes pudieron contemplar de primera mano los últimos trabajos de restauración del inmueble, como es la reconstrucción de los arcos del patio o la limpieza de las yeserías. Están quedando como nuevas. Pero hay otros pequeños detalles que también esperan reparación. «Los angelitos de las verjas están perdiendo sus alitas», observó una señora.
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