Por suerte para ella, ese día ha amanecido con unas horas más de sueño en el cuerpo. Y es que habitualmente el toque de diana de Esmeralda Moya es a la cinco y media de la mañana, momento en que se levanta para ir al rodaje de 90-60-90. Diario secreto de una adolescente, la serie de Antena 3 que protagoniza junto a Jesús Olmedo.

La Cibeles Madrid Fashion Week se convierte en la excusa perfecta para compartir una jornada con los dos actores. Con vaqueros pitillo, americana negra y tacones altos, Moya espera nuestra llegada. Minutos después entra en escena Olmedo. Ambos viven en la ficción una controvertida historia de amor: ella es una modelo de 16 años y él, un fotógrafo de 41.

En lo sentimental, Olmedo se siente como Bruno. "Cuando me enamoro me da igual la edad, la condición social o la religión… suelo tirarme a la piscina haya agua o no".

Para meterse en la piel de su personaje, el actor sevillano estudió de cerca el trabajo de un fotógrafo profesional: "Vino de Nueva York para hacer fotos a las actrices y me quedé en la sesión observando cómo se movía y se dirigía a las modelos".

En cambio, a Moya el mundo de la moda le es más familiar. Comenzó en la profesión a los doce años, lo que la llevó a viajar por Nueva York, París, Londres y Milán.

Desfilar sobre una pasarela no es tan fácil y los nervios siempre están a flor de piel. "El corazón se me ponía a mil; estás pendiente de que no se te mueva el tacón, de andar bien y de lucir el vestido lo mejor posible".

A pesar de todo el glamour que se desprende dentro de este arte, el mundo de la moda también tiene su propia leyenda negra. "Yo he vivido la parte buena de este trabajo- su madre la acompañaba siempre-, pero al final tú eres quien elige el camino a seguir".

Y eso hizo ella hace tres años cuando decidió poner fin a todo eso para dedicarse a su verdadera vocación: la interpretación. Desde entonces ha participado en series -Desaparecida, El Castigo o Hay alguien ahí, entre otras- y debutó en el cine gracias a Mentiras y gordas. Su próxima parada espera que sea en el teatro.

Modelos improvisados

Antes de este salto a otros escenarios, hoy toca ‘subirse’ a la pasarela y, por supuesto, los protagonistas de 90-60-90 causan expectación en Cibeles. La gente les mira al pasar y se les acercan para pedirles fotos. Aceptan siempre con una sonrisa. "Ves, ves, tengo que soportar que los hombres la saluden”, dice Olmedo bromeando sobre su trabajo.

En la pasarela madrileña también hay tiempo para ir de compras por el showroom de Ego, el certamen de jóvenes creadores de moda. Allí se realiza una sesión de fotos improvisada. Moya, relajada y entregada, explota toda su sensualidad mientras juega con las prendas. Sabe seducir a la cámara y Olmedo la sigue con el objetivo. "No es que haga las mejores fotos del mundo porque lo suyo es el fundido en negro", dice riéndose la actriz de 24 años a la que también le “encanta” la fotografía. Una pareja que se combina a la perfección.