Helena Ruiz. «Quiero liberar a la gente de sus propias cárceles»

Helena Ruiz, 28 años, psicóloga bioenergética («hay una relación muy estrecha entre cuerpo y mente»). Le encantan los niños. Con ellos sigue jugando y tirándose por el tobogán, porque quiere «prolongar la niñez».
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Helena Ruiz tiene sonrisa de niña. Lucha cada día por conservar el entusiasmo infantil que muchos pierden al crecer. «Los niños son  mágicos, tienen alegría, ganas de jugar y se sorprenden por las cosas. Hay que mantener ese espíritu».

Su amabilidad no es de mentira: al mirarla a los ojos, vivos y atentos, sabes si le has caído bien. «En lo primero que me fijo de una persona es en lo que me hace sentir, en lo que emana. Lo demás es secundario».

No es una psicóloga cualquiera, combina la psicología con el quiromasaje y la medicina oriental, basándose en que todo lo que afecta a la mente se refleja en el cuerpo. Esa unión inquebrantable hace que las cosas no parezcan tan fáciles, pero ella, que adora su «precioso trabajo», se ha marcado una meta: liberar a la gente de sus cárceles. «Las personas que tuvieron traumas en la infancia se crean barreras por miedo a sufrir más frustraciones. Es un modo de sobrevivir».

A los 15 años sufrió acoso escolar. De no ser por su carácter, lo hubiera pasado mucho peor. Comenzó a ser el blanco de las burlas de sus compañeros por no ensañarse con los débiles. «Tenía personalidad y principios. Siempre tuve claro que no me iba a reír de la gente».

Tras muchos recreos sola, se dio cuenta de que era autosuficiente. Ahora se siente orgullosa de no haber humillado a nadie sólo por seguir la corriente a la clase. El tiempo puso las cosas en su sitio. Cuando finalizaba el curso, los que habían reído las gracias del acosador se dieron cuenta de lo estúpido de su comportamiento e intentaron acercarse a ella, «pero yo ya no los quería».

A su consulta han acudido niños con problemas derivados de un encubierto acoso escolar. La satisfacción de Helena es ver cómo las personas se sienten cada vez más libres. Siempre le fascinó el ser humano, porque «es especialista en crear y en destruir» y, tras perder la fe en la adolescencia, ahora ha vuelto a confiar: «Mi trabajo enseña que las personas sobreviven y siguen adelante. Que la gente siga levantándose por las mañanas es una lección magistral».

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