Tan sólo los andenes de Moncloa y Sol se salvan de este despiste municipal,  comprobado por 20 minutos, que ayer viajó a lo largo del tramo estrenado hace sólo cinco días.

Si la ausencia de papeleras se puede calificar como despiste, la inexistencia de pasamanos en los accesos a la Línea 3 en Callao y Embajadores bordea el grado de irresponsabilidad. Los ancianos suben y bajan escaleras y rampas con las manos apoyadas en la pared para evitar caídas. Unos con paciencia y otros muy enfadados, como una jubilada que dice con rabia: «Esto es una mierda».

Obreros sin casco

Cuando el vagón atraviesa la estación de Ventura Rodríguez, en la que no se detiene porque sigue en obras y no será abierta hasta finales de año, es posible ver a varios guardias de seguridad que vigilan los túneles sin casco. Tampoco llevan protección sobre la cabeza muchos de los obreros que trabajan al final de los andenes de Palos de la Frontera.

Los 260.000 viajeros diarios de esta línea no se ponen de acuerdo sobre los resultados de la reforma: unos creen que nada ha cambiado, otros lo ven todo más limpio, nuevo y rápido; y hay quienes, tras montarse en vagones masificados, aseguran que ha empeorado.

Laura Higueras 27 años, administrativa. «Esto va peor. Son menos trenes y  más impuntuales. El andén está lleno de gente, el tren viene masificado y hay que esperar al siguiente».

Roi Agulla 21 años, estudiante. «Acabo de usar la Línea 3 y está mucho mejor. Lo que más ha mejorado son las instalaciones, que los trenes son más rápidos y los vagones están más limpios».

Sara Alba 24 años, dependienta. «Es el primer día que cojo esta línea. No he notado ninguna mejora. Lo peor es lo que han durado las obras y lo mejor, que los vagones no van muy llenos».