Toquemos madera, pero parece que por fin saldrá del callejero la «calle de la tecla». Ese es el sobrenombre con el que el alcalde bautizó a la acera de Recoletos por el continuo baile de sus adoquines, que en los últimos meses han sido cambiados uno a uno y que tienen como los coches o las lavadoras una garantía de 3 años y medio.

Normalmente, en las obras se da un año, pero con los precedentes que había en este caso la empresa ofreció 3,5 años», explica el responsable municipal de esta reforma, quien añade que los adoquines son de granito en vez de hormigón (posiblemente provoquen también menos ruido) y que las juntas de dilatación han sido especialmente tratadas.

La pesadilla de Recoletos comenzó hace cinco años, después de que el Ayuntamiento levantase por primera vez toda la calle, en unas obras en las que se gastó 4,7 millones de euros.

Ahora, y tras infinidad de intervenciones para evitar el movimiento de los adoquines, se ha optado por cambiarlos. De hecho, en la zona de la plaza Zorrilla y en el acceso desde esta vía a Recoletos han optado por asfaltar y retirar los baldosas.

Es que el paso de coches y camiones deteriora este tipo de calzadas y eso que la calle es semipeatonal y la circulación es limitada a algunos vehículos», añade.

Tras retirar las vallas, ayer se volvió a abrir al tráfico, con la advertencia del alcalde de que la Policía será intransigente con los vehículos que circulen por esta vía sin tener permiso.

Entre las novedades también destacan los pivotes –con forma de triángulo escaleno (todos los lados distintos)– que evitarán que los camiones aparquen en los laterales y rompan rejillas y adoquines.

Esta obra ha sido pagada con 722.000 euros del Plan E de Zapatero. El subdelegado del Gobierno, Cecilio Vadillo, se mostró satisfecho por cumplirse los objetivos de «crear empleo (32) y ayudar a mejorar la ciudad».

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