Cientos de ciudadanos de etnia uigur abarrotaban este viernes la estación de autobús de Urumqui con el fin de salir de la ciudad cuanto antes después de los duros enfrentamientos ocurridos en la capital de la región de Xijiang (noroeste de China) que el pasado domingo se saldaron con 184 personas muertas.

A pesar del dispositivo policial desplegado en la ciudad para evitar otro brote de disturbios entre las dos etnias que conviven en la región, los actos violentos se han repetido a lo largo de la semana.

Los autobuses parten rumbo a ciudades cercanas como Kashgar y otros centros uigires del país. Muchos de los que decidieron abandonar la ciudad no tenían claro cual sería su destino ni por cuánto tiempo estarían fuera. "No quiero abandonar mi negocio, aunque tengo miedo de ser arrestado o atacado si me quedo aquí", dijo un comerciante de unos 20 años mientras esperaba la llegada de un autocar con destino Kashgar.

Las autoridades del país, que a comienzos de semana advirtieron de que las represalias serían duras, detuvieron a más de mil presuntos responsables de los disturbios que dejaron un millar de heridos. Además, la líder del Congreso Mundial Uigur (WUC, por sus siglas en inglés), Rebiya Kadeer, acusó el jueves a la Policía de ser la responsable de la muerte de más de cien ciudadanos de etnia uigur al tratar de disolver las protestas y enfrentamientos con miembros de la etnia han.