¿Qué hacemos con la casa del portero?

Tapando agujeros: Muchas comunidades de vecinos optan por vender o alquilar la casa de los porteros para sanear sus cuentas.
Fernando Tejero despierta la nostalgia de los espectadores por su interpretación del portero en la serie Aquí no hay quien viva.
Fernando Tejero despierta la nostalgia de los espectadores por su interpretación del portero en la serie Aquí no hay quien viva.
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Fernando Tejero despierta la nostalgia de los espectadores por su interpretación del portero en la serie Aquí no hay quien viva.
A pesar de haber sido durante décadas una de las figuras más animadas de la escalera, incluso un elemento de cohesión entre vecinos, los porteros escasean cada vez más en las fincas españolas. Los sistemas automáticos han hecho que su presencia sea casi un lujo y que en muchos casos los inquilinos sólo puedan disfrutar de este simpático personaje... por televisión.

Sin embargo, aunque el recorte de gastos haga que para la mayoría de ellos ya no haya sitio, muchos de los edificios que los albergaron continúan teniendo su casa, convertida ahora en un lugar habitual para las reuniones de las juntas de vecinos y muchas veces utilizada como una manera de abaratar la contribución de los vecinos.

A pesar de que la venta o el alquiler del antiguo piso del portero podría suponer para muchas fincas el fin de sus días de ahogo económico, lo cierto es que la mayoría de estos pisos continúan en el mismo estado en el que se quedaron, vacíos. «No son decisiones fáciles de tomar, porque afectan a todos los propietarios y, por tanto, requieren unanimidad», declara Juanjo Martín, asesor jurídico del Colegio Profesional de Administradores  de Fincas de Madrid. El acuerdo de todos es necesario para tomar decisiones con respecto a las escrituras   de la nueva vivienda o para fijar nuevos coeficientes o cuotas de participación en los gastos comunes, y el desacuerdo de uno solo de los vecinos puede arruinar la operación.

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