La Fama, el heraldo de la Balesquida, cumplió con la tradición. Bajo un sol radiante, a las doce y media de la mañana, el pregonero del Martes de campo, comenzó su pergrinar por las calles de la capital para anunciar el Día del bollo.
Tras él, la carroza con el Sastre mayor y presidente de la Sociedad Protectora de la Balesquida, Francisco Blanco, un grupo de jóvenes alfayates, los representantes de los oficios tradicionales de la ciudad y la ‘mojiganga’, un grupo de bailarines y zancudos que cerraban el desfile. La Catedral, el Águila, Jovellanos, la Escandalera... y, por último, plaza del Ayuntamiento donde el jinete solicitó el preceptivo permiso para celebrar el Martes de Campo, venia que le fue concedida por el edil de Cultura, José Suárez Arias Cachero quien desde el balcón consistorial animó a los ovetenses a participar y gritó un !viva la balesquida! que fue respondido con aplausos del numeroso público que se apostaba alrededor del perímetro marcado por vallas. «Así se ha hecho en los últimos 777 años», recordó.
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