Espinardo es una pedanía (ya más bien barrio) en plena ebullición, urbana y alegre. Por eso, resulta sorprendente que a sólo tres o cuatro minutos de la calle Mayor, uno encuentre un lugar tan singular como la barriada del Espíritu Santo.

De las ventanas de las viviendas sale flamenco a un volumen considerable. De vez en cuando, se oye el quiquiriquí de un gallo. En las paredes se pueden leer pintadas con perlas como «Que les f... a los policías» o «La Policía, a la mierda». Hay coches abandonados y suciedad. Y todo, a escasos 10 minutos en coche del centro de la séptima ciudad de España.

Hay vecinos que no aguantan más esta situación. Así lo explica un residente de la calle Carmen La Roja, que no quiere dar su nombre, porque además, hay miedo: «Hay coches con la música a todo volumen, también en las casas; por la calle, hay perros grandes sueltos. Hay un grupos que se sienta en la calle y se ponen a hablar hasta altas horas de la madrugada; las bolsas de basura vuelan desde las ventanas...»

Además, de perros, en el Espíritu Santo hay gallos, que algunos residentes, en su mayoría de etnia gitana, crían en sus casas.

Temor a represalias

El temor a las represalias les hace que «aunque alguna vez se hayan organizado manifestaciones, van sólo dos gatos. Nadie se queja».

No sólo los que viven en esta zona lo pasan mal. También los que trabajan. Un funcionario municipal atestigua que «nos roban el material y a un compañero mío lo agredieron». Este trabajador tampoco quiere dar ni su nombre, ni su profesión, pero sí explica que «aquí no hay solución. Aquí reina la ley del

más fuerte».

Desde la Concejalía de Seguridad de Murcia recuerdan que hay un cuartel de Policía Local en la barriada, y que no constan quejas de vecinos. Aún así, invitan a que presenten sus reclamaciones. Y mientras, sigue sonando flamenco en el Espíritu Santo.