Veinticinco ojos sobre los buses de la EMT

  • Una flota de más de 2.000 vehículos se controla con mimo desde un recinto de acceso personalísimo.
  • Aquí el ritmo de la capital se vive al segundo a través de su tráfico.
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Los inspectores del SAE siguen muy atentos la información de las pantallas.
Los inspectores del SAE siguen muy atentos la información de las pantallas.
Jorge París
Los inspectores del SAE siguen muy atentos la información de las pantallas.

Una impresionante mole de hormigón salpicada de color azul franquea la entrada al recinto más privado de la Empresa Municipal de Transportes (EMT): el Sistema de Ayuda a la Explotación (SAE), en Pacífico. Una sala secretísima desde donde un grupo de veteranos inspectores de la compañía (79 en los tres turnos) garantizan que los 1.881 autobuses que de media circulan los días laborables lo hagan sin contratiempos.

Su rutina se acompaña de mucha experiencia (más de dos décadas en algunos casos) sazonada con un modernísimo sistema de GPS y conexión en directo con cualquiera de las cámara municipales (hasta ocho emitiendo de forma simultánea).

Todo ello permite al responsable de la siniestralidad (Santiago Martín) responder de forma inmediata ante cualquier incidente. "Lo peor fue un atropello en Embajadores hace ocho meses. El autobús arrolló a un peatón que cruzó de forma indebida", recuerda. A su lado, otro inspector, Mario Bonaque, gestiona el operativo de averías: "Acabo de mandar una grúa al Puente de Toledo", cuenta a 20 minutos.

Y así hasta 25 puestos más de control desde los que cada inspector atiende el discurrir de una media de ocho líneas y 80 vehículos bajo la atenta mirada de Alfonso Cruza, el jefe de sala del SAE, con 29 años de servicio en la empresa municipal y un dilatado anecdotario. Cuando él comenzó, recuerda, el único calor a bordo era "el humano", sonríe. Por eso "no arrancábamos hasta que el bus estaba completo".

30 pesetas por cobrar

Quien también atesora una retahíla de recuerdos es Bernardo Álvaro (jefe del departamento de inspección de billetes), que hace tres décadas, cuando empezaba, resolvió salomónicamente la pretensión de un usuario de subir al bus del Pozo del Huevo (actual Barranquillas), provisto de su cabra: "Pues me paga dos billetes y listo", decidió sobre la marcha.

Ambos saben lo mucho que han cambiado las cosas desde entonces y han visto de todo. "A los primeros compañeros que aceptaron no llevar cobrador en el bus les llamábamos Judas, porque cobraban 30 pesetas más al día de jornal", explica.

Desde entonces, no sólo ha visto cambiar la flota, el sistema de cobro y hasta la moderna incorporación de un servicio de SMS que avisa al usuario a pie de parada y en el que se han recibido hasta la fecha más de 2.300.000 mensajes, con un índice de fiabilidad, según la compañía, del 93,49%.

Padres e hijos

Pero la modernidad que destila la EMT no está reñida con su fama de empresa "familiar", algo que confirma Maite Rozas (la jefa de todos los inspectores, unos 240 en total): "Aquí trabajan padres e hijos. Todo el mundo que aprecia a alguien quiere que trabaje aquí", explica.

A pesar del buen clima que se respira y la determinación por ofrecer "un buen servicio público", el personal de la EMT tiene un potente enemigo, las obras, que amenazan con perseguirle durante meses.

Y ellos tienen muy claro cuales son los puntos negros para sus líneas: Puente de Vallecas, Serrano, General Ricardos, Antonio Leyva, Santa María de la Cabeza y la calle Toledo. Sin olvidar la doble fila, "que nos hace polvo", aseguran.

Datos útiles sobre la EMT

  • Ubicación: Cerro de la Plata, 4.
  • Empleados: 8.000 (5.100 de ellos son conductores).
  • Flota de autobuses: 2.060.
  • Viajeros transportados en 2008: 425.552.861.
  • Longitud total de líneas: 3.618 kilómetros.
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