Ilusión, trabajo, esfuerzo y lucha. LaLiga SmartBank llega a su recta final –con el RCD Espanyol de Barcelona y el RCD Mallorca con la subida a la división de oro asegurada y un tercer puesto pendiente de los play-offs– como siempre lo ha hecho: hinchando de orgullo a los aficionados que, jornada tras jornada, han acompañado a sus equipos en este camino hacia la cumbre.
Los colores no se eligen en función de victorias o derrotas; están marcados a fuego, en muchas ocasiones desde la infancia. Para quien los sigue, un pequeño equipo puede ser el más grande, razón de días sin dormir y de viajes de kilométricos recorriendo España de punta a punta. Cristina, simpatizante de la UD Almería, habla de un viaje desde su ciudad natal hasta Lugo, a más de 1000 kilómetros, para animar a su equipo ante la posibilidad de bajar a Segunda B. En ese partido, recuerda el gol del empate de Fidel, que la grada recibió con un llanto generalizado: “¡Es una de las pocas veces que he visto llorar a mi padre!”, asegura entre risas.
Cuando el apoyo de la grada queda lejos, siempre está la opción de las redes sociales: a Carlos, del RCD Espanyol, pero afincado en Madrid, le sirven para sentir el calor de su equipo; “nada que ver con la soledad de hace diez años”, sonríe.
El ecosistema del fútbol en España está muy vivo; los clubes pequeños y medianos siguen soñando, haciendo frente a intereses como los de la Superliga, que prima a los equipos más poderosos y dinamita la red formada por los clubes de las ligas nacionales. LaLiga Santander y LaLiga SmartBank se conectan en forma de competición honesta, de emoción genuina, de subidas envueltas en abrazos y bajadas anegadas en lágrimas.
Porque si hay algo común entre estos aficionados es el sentimiento: las derrotas duelen, pero las victorias permiten soñar a lo grande. Una competición como la Superliga acabaría con ese sentimiento de superación, con ese horizonte que los seguidores comparten con sus respectivos equipos, en un fútbol espectacular del que muchos forman parte.
"La afición está acostumbrada a sufrir y padecer, pero a la vez se siente orgullosa y privilegiada de poder saborear esa sensación que nunca podrán experimentar los equipos grandes", afirma Juan, seguidor del RCD Mallorca. Carlos traza paralelismos entre el fútbol, el Espanyol y su propia vida, y Adrián echa la vista atrás al recordar a su equipo, el CD Leganés, y su tesón cuando aún no había debutado en LaLiga Santander. ¿Qué sería del fútbol sin cada una de esas emociones?
Unos puestos reñidos
A pesar de que el RCD Espanyol ha pertenecido a la categoría de oro en casi toda su trayectoria, Carlos no daba por sentado el ascenso a comienzos de la temporada y reconoce que siente "alivio". Juan, del RCD Mallorca, reconoce esta emoción: es el sexto ascenso a la máxima categoría que vive como aficionado. Cristina enarbola la bufanda de ‘su’ UD Almería mientras habla de la alegría que le daría volver a ver a su equipo enfrentándose “a los grandes”. Adrián vuelve a sentir un orgullo que ya existía cuando era canterano en el CD Leganés: "Hemos estado en las categorías inferiores del fútbol hace relativamente poco y con trabajo se ha llegado a estar en la élite", explica, confiado de las posibilidades de su equipo para volver a entrar en LaLiga Santander. El esfuerzo, la constancia y el calor de la afición son los puntos en común de un fútbol espectacular, ilusionado y hambriento por llegar a lo más alto.
LOS AFICIONADOS
Carlos -RCD Espanyol de Barcelona
Hijo de Rafael Marañón, mayor goleador de la historia del Espanyol, y exjugador de las categorías inferiores, además de periodista, Carlos vive los colores uniendo profesión y traza “una línea discontinua” entre su vida y sus dos pasiones: el fútbol y el cine. Para él, la vuelta a LaLiga Santander supone “un alivio, más que una alegría” –el conjunto ‘perico’ es el quinto con más temporadas en la máxima categoría-, aunque admite que “la supuesta superioridad del equipo” no la tenía tan clara a la hora de batirse en el terreno de juego: de hecho, de esta temporada rememora las derrotas frente al CD Leganés y el Rayo Vallecano de Madrid. “El fútbol de LaLiga SmartBank es muy auténtico”, apunta, “y desde el vestuario se ha hecho muy bien, porque nadie ha dado por hecho que el ascenso fuera a ser fácil”.
Juan – RCD Mallorca
“El Mallorca siempre vuelve, pero este año con un poco menos de sufrimiento”, asegura Juan entre risas. Muy entregado a su equipo –administra una de las páginas sobre el club más activas en redes sociales–, describe este ascenso ya asegurado como “un sentimiento único, de emoción muy profunda”. Uno de los lemas de la afición, ‘toca remar’, refleja fielmente su filosofía, marcada por un sentimiento de pertenencia muy profundo: “Vernos abocados hace apenas dos años a tener que transitar por Segunda B nos hizo despertar, unirnos más que nunca”, explica. De este año, se queda con un gesto: “los aficionados han grabado vídeos de apoyo al equipo que han servido al entrenador como elemento motivador antes de los partidos”.
Cristina – UD Almería
Los primeros recuerdos de Cristina están vinculados a la Unión Deportiva Almería. Desde la cuna, esta almeriense ha vivido los partidos, las victorias y derrotas de un club que significa todo para ella. “Hay gente que se pregunta cómo puedo llegar a sentir tanto unos colores”, afirma. “Llevo toda mi vida con el equipo y va a ser así hasta el final, porque para mí el Almería es algo muy grande”. Cuenta que su club nunca se rinde, que ha salido siempre adelante gracias al calor de la afición. Ahora, a un paso de estar “entre los grandes” y pendiente de los play-offs, la emoción tiembla en su voz: “Hemos sufrido mucho y nos lo merecemos”. ¿Un momento de esta temporada? “La llegada de Rubi. Al ver la victoria contra el CD Tenerife, se me despertó el gusanillo de la posibilidad real de ascenso”.
Adrián – CD Leganés
“Para Leganés es un orgullo tener a su equipo luchando en lo mejor del fútbol español”, explica este joven nacido en la localidad. Recuerda cuando, siendo canterano del equipo, soñaba con LaLiga Santander viéndolos jugar en categorías inferiores. “Pertenecer a esta afición es algo difícil de explicar; siempre se ha dicho que venir a jugar a Butarque es un infierno”, sonríe, refiriéndose a la pasión con la que la grada ‘pepinera’ recibe a sus rivales. Por eso, recuerda este año como uno de los más raros: “ha sido complicado no haber podido estar en el estadio”, admite. No obstante, apunta a que la llegada de Asier Garitano como entrenador le ha hecho recuperar la idea de “volver a llegar a lo más alto”.
