Desde el jueves San Claudio será diferente. Cierra su centenaria fábrica de loza (abrió en 1901 y fue bien hasta 2007 cuando su dueño, Álvaro Ruiz de Alda, presentó un plan de viabilidad), a pesar de que los trabajadores y los vecinos pidieran durante muchos meses su mantenimiento. Quedan 43 empleados y recibirán una indemnización de unos 12.000 euros cada uno.
A partir de ahora queda el recuerdo y muchos quieren tener algo material, por eso la tienda está estos días a rebosar. Algunos aprovechan para comprar "repuestos" de sus vajillas y otros para comprar piezas rebajadas. Pero la mayoría son nostálgicos que quieren guardar algo de la fábrica asturiana. Seguirá abierta hasta agotar existencias, que no son muchas.
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