Rosana destila naturalidad y buenas vibraciones. Disfruta de la conversación. Y tiene por costumbre hablar claro.

¿Cómo definiría este momento en su vida?

Cuando sacas disco siempre te cargas de ganas, de deseos de compartir música y de mono de escenario. Así que es un momento bonito.

¿Qué sensaciones le ha dejado este nuevo álbum?

Muy especiales. Es un topicazo, pero cuando sacas nuevo disco te quedas en pelotas y sientes que merece la pena.

Es una compositora prolífica, ¿se han quedado canciones en el tintero?

Bueno, hay meses en los que no me sale nada, y de repente en una semana salen siete u ocho canciones. Soy muy anárquica. No sé hacer canciones por oficio. Para un disco compongo 40 ó 50 canciones. La familia y amigos quitan unas 20. El resto las presento a la discográfica, que se queda con 12 ó 13.

El disco destila positividad...

Tengo esa forma de vida, es genético. Me es más fácil ver la botella medio llena.

¿Cree que hoy la música es más necesaria que nunca?

Siempre lo fue. Lo que pasa es que la música es como el aire: hasta que no te falta no la echas de menos. A veces la infravaloramos.

¿Cómo ve la crisis de la industria discográfica?

Tenía que llegar. Todo cambia. Lo importante es que no cambie la esencia. Ahora mismo ni hemos abandonado el CD ni estamos del todo en Internet. Estamos en un descoloque. Se trata de encontrar una fórmula que funcione, de manera que sea equilibrado. Y llegará. El público será el que recoloque a la música en su sitio.

Vendió dos millones y medio de copias de su primer disco. ¿Qué cambió en su vida?

En un primer disco, y así de rápido, yo no se lo deseo a nadie. Es una putada. No me quejo de lo que pasó, pero si pudiera volver atrás le dedicaría a todo más tiempo.

BIO. Rosana Arbelo nació en Lanzarote en 1963. Ha vendido siete millones de discos desde que en 1996 se convirtiera en un fenómeno con Lunas rotas.