Educación de segunda mano

Los alumnos del instituto Fidiana asistirán a clase este año en aulas prefabricadas. Y no son nuevas: están viejas y llenas de ‘graffitis’.
Los graffitis cubren prácticamente la totalidad de las aulas prefabricadas que ya están en el IES Pablo de Céspedes.
Los graffitis cubren prácticamente la totalidad de las aulas prefabricadas que ya están en el IES Pablo de Céspedes.
Juan Manuel Vaca
Los graffitis cubren prácticamente la totalidad de las aulas prefabricadas que ya están en el IES Pablo de Céspedes.
Hasta 300 euros por una firma y 1.200 por pintar un vagón. A eso se cotiza la multa que la Administración impone a todo aquel que se dedique a decorar la vía pública con graffitis. Lo que no queda tan claro es lo que le puede caer a la propia Administración cuando es la autora en el arte del spray o, al menos, cuando se dedica a promocionarlo...

Y es que de graffitis va la sorpresa que se llevó ayer Almudena Bellido, directora del IES Fidiana (que actualmente está en obras), al ver las aulas prefabricadas que llegaban al Pablo de Céspedes, que acogerá a 300 alumnos.

«Al ver las aulas prefabricadas –que se han ubicado en el patio trasero del IES Pablo de Céspedes–, hemos llamado inmediatamente a la Delegación de Educación, donde nos aseguran que antes del día 12 estarán en perfectas condiciones», explica la directora, quien añade que sólo han llegado dos de las cuatro que son necesarias.

Y es que parece que todo se ha conjurado en torno a estas polémicas aulas. Primero fueron los padres de los alumnos del Pablo de Céspedes los que se opusieron a que 300 estudiantes más del Fidiana estudiaran allí el pasado curso. Después, los vecinos del barrio se mostraron en contra de la entrada de las grúas que debían poner las famosas aulas. Ahora, finalmente, es la propia Administración la que parece empeñada en trabar la vuelta a clase.

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