Sin llegar a estos extremos, muchas caras conocidas del celuloide siguen teniendo sus pequeñas manías. Y no cuesta mucho toparse con ellas. Basta recorrer un par de festivales para presenciar situaciones pintorescas. Por ejemplo, uno como el de la Berlinale .
Los más 'especiales'
Al que le encante tener su estantería repleta de películas firmadas por sus protagonistas que se olvide de Woody Harrelson. No le pidan que estampe su nombre en un DVD. Se negará de plano. Eso sí, fotos, todas las que quieran.
Y aunque se rumoreó que no le gustaba firmar autógrafos por miedo a que acabaran colgados en eBay, en el festival de Sitges de 2006 demostró lo contrario. Firmó y firmó sin parar durante los días que permaneció en la costa catalana.
La odisea de las entrevistas
Al echar un vistazo a la lista de invitados de un festival importante como la Berlinale faltan dedos en las manos para planear entrevistas con celebridades que vienen a presentar su último trabajo.
Pero la dura realidad del capricho de la celebrity de turno no tarda en hacer acto de presencia. Los primeros, los que sólo aparecen en la rueda de prensa. Ni siquiera una entrevista en grupo. Pregúntenle a Renée Zellweger, a Michael Winterbottom o a Steve Buscemi. O intenten buscar una exclusiva con ellos durante el festival. No la encontrarán.
Por último, los que dan entrevistas que se cuentan con los dedos de una mano. El propio Tarantino pasó por Sitges y sólo concedió cuatro. Éste punto no depende muchas veces de la voluntad de la estrella de turno; más bien es una cuestión de disponibilidad, teniendo en cuenta el volumen de prensa acreditada.
Kate Winslet y Ralph Fiennes, ambos de promoción con The Reader, son, literalmente, "imposibles". Tocará esperar a la rueda de prensa.
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