Trabajadora social, empresaria... así es Ashley Biden, hija del próximo presidente de EE UU

Jill Biden y su hija, Ahsley Biden.
Jill Biden y su hija, Ahsley Biden.
RE/Westcom/GTRES
Jill Biden y su hija, Ahsley Biden.

Hay que ir despidiéndose de Ivanka Trump y dando la bienvenida, como nueva acaparadora de los focos y los flashes, a Ashey Biden, la única hija del nuevo presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, quien en teoría, si las impugnaciones legales de Donald Trump no surten efecto, tomará posesión de su cargo el 21 de enero de 2021, y de su segunda mujer, Jill Biden.

Cuando lo haga, tendrá a su lado a la conocida como Primera Familia: es decir, su esposa, su otro hijo, Hunter, y Ashley, quien ha demostrado a lo largo de la campaña electoral y desde mucho antes, ser no solo un enorme apoyo para su padre, sino también una de sus mayores fans.

Ashley siempre ha sido de gran ayuda para su padre, que en el pasado había sufrido varias tragedias: su primera esposa, Neilia Hunter, falleció en 1972 en un accidente de tráfico en el que también perdió la vida Naomi, la hija de un año del matrimonio, que en aquel entonces estaba exultante después de que Biden estrenase su primer mandato en el Senado norteamericano. De aquella pareja, además de Hunter, también nació Beau, que murió en 2015 a causa de un tumor cerebral.

Tras rehacer su vida con la entonces recientemente divorciada Jill ("Ella me hizo pensar que mi familia podría volver a estar completa", afirmó el nuevo mandatario en Promises to keep [Promesas que mantener] su biografía de 2007), nació Ashley el 8 de junio de 1981 en Wilmington, en el estado de Delaware, mismo lugar donde el otro día Joe celebraba por todo lo alto su victoria en las urnas.

Siendo muy joven (todavía iba a la escuela primaria) encontró uno de los pilares de sus ideales: ser activista por los derechos de los animales. Fue tras descubrir que la marca de belleza Bonne Bell testaba sus productos en ellos, lo que le hizo escribir una carta a la compañía pidiéndole que cambiaran estas prácticas. Hay que decir que esta pasión inspiró a su padre, que trabajó en el proyecto de ley de la Ley del Consumidor para la Protección de los Delfines con la congresista Barbara Boxer cuando su hija se interesó por los mamíferos marinos.

Ashley, a la que según su madre sus hermanos "cuidaron mucho" lo que en la actualidad los convierte en "inseparables", fue en su juventud a un colegio privado en Bloomington, también en Delaware, dado que sus padres deseaban que a pesar de todo tuviese una infancia tranquila.

Filántropa

Tras terminar el bachillerato, cursó Antropología cultural en la Universidad de Tulane -ubicada en Nueva Orleans, en el estado de Luisiana-. Sin embargo, tras acabar entró a trabajar como camarera en una pizzería. A sus 26 años encontró su vocación real: el trabajo social.

Comenzó en un puesto como personal de apoyo clínico en un centro de salud que trataba los problemas mentales infantiles. Cuatro años después fue de nuevo a la universidad a especializarse como trabajadora social y así poder ejercer tanto en residencias de mayores como en centros de detención de menores, donde impulsó un plan para que estos crearan arte, con cuya venta recaudó fondos para la comunidad.

Su filantropía hizo que en 2010 obtuviera un máster a través de la Escuela de Política y Práctica Social de la Universidad de Pensilvania. En total, estuvo 15 años en el Departamento de Servicios para Niños, Jóvenes y sus Familias de Delaware, siendo considerada como una de "las 40 personas a tener en cuenta" para el periódico local Delaware Today.

En este tiempo también ha trabajado para ayudar a la rehabilitación de los presos, posicionándose abiertamente en contra de la pena de muerte, así como estuvo involucrada en un plan de educación para los jóvenes y la violencia entre diferentes pandillas. Por todo ello, amén de sus diversas investigaciones para el Centro de Justicia de Delaware, Ashley es una firme defensora de una reforma de la justicia penal estadounidense.

Perfil bajo, alta (y sostenible) costura

Si algo tienen en común Ivanka Trump y la futura Primera Hija es que ambas tienen una firma de moda. Se llama Livelihood y es una marca sostenible "para usar la conciencia social y ética que se inspira y retribuye tanto a lo extraordinario como a lo cotidiano de la gente", como ella misma la define.

La fundó y lanzó en 2017, en la Semana de la Moda de Nueva York, y su recaudación, unos 30.000 dólares, fueron destinados a fines benéficos (entre otras organizaciones, lo donó a la Delaware Community Foundation). A día de hoy, el 10% de sus ganancias son para ONGs y distintas fundaciones.

Su logotipo, una flecha que atraviesa las letras LH, es un recuerdo a su hermano Beau: "Él fue mi arco. Su cáncer me destrozó. No tuve más remedio que disparar hacia adelante, seguir así, apuntando a mis propios sueños". Su popularidad es tan alta que el Hotel Hamilton seleccionó su marca para rediseñar los uniformes de su personal.

Sin embargo, su perfil siempre ha sido bajo. No le gusta estar expuesta, de ahí que su Instagram sea privado y no acostumbra a aparecer en público. Cuando lo ha hecho, eso sí, se ha mostrado como feminista, tal y como demostró en 2014 cuando sí aceptó aparecer en el evento Women Rule, en Washington.

"Es un honor estar aquí en medio de una sala llena de mujeres que mandan. [...] De verdad que hay una energía bastante buena y, de hecho, me siento muy cómoda, y en este tipo de actos normalmente no es así", explicó. Durante la campaña de su padre fue ella quien organizó el evento Mujeres de Wisconsin a favor de Biden, quizá un papel que puede desempeñar durante el mandato en la Casa Blanca de Joe Biden.

Su matrimonio

En el terreno personal, Ashley Biden está casada con Howard Kerin, un cirujano plástico y otorrinolaringólogo judío que le presentó su fallecido hermano Beau en junio de 2010. Tras un noviazgo de un par de años, decidieron dar el paso de casarse, algo que apoyó totalmente su padre: "Es el hombre adecuado. Ella se está convirtiendo en una mujer asombrosa".

La boda fue interreligiosa dado que ella no quiso convertirse al judaísmo, siendo aún católica practicante. Además, por sus conocimientos médicos, Kerin tiene un papel no oficial en el equipo de respuesta a la pandemia del coronavirus en Estados Unidos.

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