Revolucionario, contestatario, un payaso provocador, un tocapelotas... Cualquiera de estos amables epítetos o parecidos son ya de sobra utilizados cada vez que se habla de Leo Bassi.

Pero en el fondo, este personaje —porque se ha convertido en un personaje— es un actor haciendo su rol. O eso o de verdad quiere remover conciencias mientras critica, se mofa, provoca... Podemos estar o no de acuerdo con su obra, pero algo produce en nuestras acomodadas mentes, incluso hasta enfadarnos (hablar de la religión le trajo algún que otro problemilla incendiario...).

Lo que es innegable es su gran dominio del espectáculo, del juego con el espectador. Es un señor sobre la escena, y se las sabe todas, incluso como en este caso en el que se atreve a hablarnos de la Utopía, de un ideal intangible y en el que tiene tan pocos apoyos sobre los que asegurarse.

Trucos los tiene todos, pero es quizá su momento más idealista y también más puro. Será por ello que vuelve a presentarse como el clown que comenzó siendo, aquel que se pintaba la cara de blanco y llevaba trajes de color.

La historia, la filosofía y, por supuesto, la poesía son, en este caso, su herramienta para repasar y encontrar la añorada Utopía, centro esencial. Más allá de esto, poco se puede añadir sobre lo que es un show de Leo Bassi; simplemente cada noche es diferente, y esto no es un tópico.

LEO BASSI: UTOPÍA. Madrid / Teatro Alfil / Hasta el 8 de marzo / www.teatroalfil.com