Clásicos en cinco minutos

La última película de Michel Gondry, Rebobine, por favor, desató una nueva fiebre entre cinéfilos y aspirantes a cineastas: los remakes caseros de filmes de éxito de todos los tiempos. Las películas suecadas campan a sus anchas en Internet.
Los protagonistas de 'Rebobine, por favor'.
Los protagonistas de 'Rebobine, por favor'.
Archivo
Los protagonistas de 'Rebobine, por favor'.
¿Quién no ha soñado con protagonizar un clásico de Hollywood? ¿Acabar con un grupo de terroristas en un rascacielos de Los Ángeles o sobrevivir al hundimiento del Titanic? La respuesta está en Suecia. ¿La solución? Suecar las cintas. O lo que es lo mismo, rodar clásicos del cine de forma casera.

El término se lo sacó de la manga Michel Gondry en su último trabajo, Rebobine, por favor, en el que un trabajador de videoclub (Mos Def) y su inseparable amigo (Jack Black) se dedicaban a rodar ellos mismos el catálogo entero de un pequeño videoclub, y atribuían su origen al país escandinavo.

Las reglas del juego

Para suecar una película se deben cumplir una serie de máximas: un bajísimo presupuesto, un metraje aún más reducido y una economía de lenguaje superlativa para condensar en un par de minutos obras de más de dos horas de duración.

Y si esto fuera poco, está permitida una cierta libertad con respecto al original para rodar el suecado. Lo ilustra Mac Cushing, codirector de una versión de La cosa: «Nos faltaba un actor para completar el equipo, y, al no encontrar ninguno, optamos por utilizar al primero que tuviéramos cerca ese día. Todos ellos se vistieron igual para que se supiera cuál era su personaje».

Tienes sesenta segundos

El fenómeno siempre ha estado ahí. Mark Wong, finalista de un concurso de filmes suecados, lleva rodando «desde los ochenta. Hasta grabamos una versión de Dentro del laberinto».

Gondry puso el envoltorio de celuloide al fenómeno, y la tecnología se ha encargado de hacer el resto. No hay clásico de los últimos años que no aparezca en los monitores después de una búsqueda en Internet.

La extensión del sweding ha motivado la celebración de varios concursos. En Inglaterra, la revista Empire convocó uno con la condición de que las cintas no duraran más de sesenta segundos. En Estados Unidos, el cine Alamo Drafthouse de Austin (una institución en el país) también organizó el suyo. Fueron más laxos con las normas: los trabajos podían llegar a los cinco minutos.

Ninguna película está a salvo

Titanic ganó en Gran Bretaña, pero de manera peculiar. El director, Nick Jesper, le dio un toque personal a la historia: «Nunca creí que la protagonista pudiera recordar el viaje con tanto detalle. Así que decidimos que fuese senil y que sólo recordara lo justo para un filme de sesenta segundos».

El señor de las bestias se alzó con el galardón en Estados Unidos, seguido de La cosa, rodada en Nueva York como improvisado Polo Sur. Para lograr que los actores captaran la esencia de la obra de Carpenter, se les pasaron «las escenas del original en un portátil momentos antes de rodarlas», afirma Mario Restive, codirector del proyecto junto con Cushing.

La popularización de Internet y las facilidades actuales para editar productos audiovisuales han dado alas a estos proyectos. El cine amateur vive un momento álgido. Y en el Alamo Drafthouse ya se han lanzado a la piscina con otro festival de «secuelas innecesarias». En éste ganó una hipotética segunda parte de Memento.

En España, el fenómeno del suecado no ha calado demasiado aún, pero sí existen proyectos para fomentar el cine amateur. El más reciente, Teaserland, invita a los aspirantes a cineastas a rodar tráileres de películas falsas, al estilo de las que se incluyeron en Grindhouse, el proyecto conjunto de Quentin Tarantino y Robert Rodríguez.

El paseo de la fama de Hollywood nunca había estado tan cerca. Con una cámara de vídeo, unas horas de montaje casero y un puñado de visitas en YouTube, conseguir una estrella es cuestión de tiempo.

El top 5 del cine ‘suecado'

  • ‘La cosa'. Un coche disfrazado de helicóptero y un monstruo que se mueve en slow-motion, un verdadero trabajo de chinos, destacan en la versión de la desasosegante película de Carpenter.
  • ‘Speed'. Rodada en un autocar real de Cambridge. Si no consigues que te dejen conducir el autobús, siempre puedes colocar a tu actor en un asiento cualquiera y darle un volante de mentira.
  • ‘La jungla de cristal'. Ver al doble de Hans Kruger andando de espaldas para simular una caída al vacío mientras le rodean unas nubes de papel es más que suficiente para estar en esta lista.
  • ‘Titanic'. El final se rodó en una bañera en lugar de en aguas abiertas. La razón la da Nick Jesper con una sentencia que resume la esencia de las cintas suecadas: «Quedaba mejor así».
  • ‘El imperio contraataca'. En las versiones clásicas de La guerra de las galaxias se notaban las maquetas y el cartón. Treinta años después, se siguen viendo. Y sigue siendo genial.
Mostrar comentarios

Códigos Descuento