Así ha contado su experiencia a 20 minutos.es el presidente de la Cámara de Comercio, Salvador Santos Campamo, que acompañaba a la presidenta regional madrileña, Esperanza Aguirre, en el momento de registrarse en el hotel Oberoi, cuando fue atacado por parte de los terroristas islamistas paquistaníes .

El presidente de la Cámara permanece a estas hora, junto con otras 13 personas, en la residencia del consul español en Bombay a la espera de poder abandonar el país a bordo de un avión español que está previsto que salga de España en los próximas horas.

"Estamos sin nada, nos estábamos registrando en el hotel cuando creímos que se había caído una bandeja por el estruendo", recuerda ahora algo más tranquilo desde la residencia consular. Según Santos Campano, todos los españoles están a salvo y sólo dos han resultado heridos leves por esquirlas. "Estaban en la cafetería cuando comenzaron las ráfagas de metralla".

En estos momento, 14 personas están con el consul (10 de la delegación oficial y 4 empresarios españoles que se les han unido) y 20 más permanecen en uno de los hoteles, ya sin peligro, a la espera de juntarse con ellos.

La pesadilla comenzó para la delegación española en el hall del hotel, ubicado en una cuarta planta y sin acceso directo a la puerta. Es ahí, mientras presentan la documentación en recepción (de la que carecen en estos momentos) cuando oyen las primeras ráfagas, que confunden con ruidos cotidianos.

Poco después, y tras varias ráfagas más, se percatan del peligro. "No piensas en nada. Nos tiramos al suelo para salvar la vida", recuerda Salvador.

El personal del hotel les acompañó a una escalera desde la que pudieron huir dejando tras ellos a los terroristas. Según dicen, las cadenas de radio y televisión locales están atribuyendo el atentado a un grupo extremista de Al Qaeda con base en Pakistán. "Dicen que han llegado por mar en zodiac negras", cuenta Salvador.

Una vez en la calle alcanzaron el malecón, "que está a cien metros", y allí han permanecido toda la madrugada protegidos por un cordón policial hasta atreverse a desplazarse hasta la residencia del consul.

Los recuerdos son muy similares para Arturo Fernández, presidente de la CEIM: "Se oyó un golpe y, al momento, empezaron a pasar tiros por encima de nuestra cabeza. Nos tiramos al suelo y nos pudimos refugiar, afortunadamente, tres el mostrador de la recepción y el personal del hotel nos ayudó a salir a la calle", explicó.