Carmen Ordóñez: dieciséis años sin la reina de corazones

  • La sevillana nos dejaba a los 49, cumpliendo con su profecía de irse antes de los 50 y sin hacer demasiado ruido.
Carmen Ordóñez, en una imagen tomada en 2001 en Tánger.
Carmen Ordóñez, en una imagen tomada en 2001 en Tánger.
GTRES
Carmen Ordóñez, en una imagen tomada en 2001 en Tánger.

Quedan pocos días para que se cumplan 16 años de la muerte de Carmen Ordóñez. La reina de corazones nos dejaba a los 49, cumpliendo con su profecía de irse antes de celebrar los 50 y sin hacer demasiado ruido. 

Su cuerpo, encontrado en la bañera en posición decúbito supino, fue descubierto por su gran amiga Eva Carreño, posiblemente la más fiel, leal y verdadera de sus ángeles guardianes. Lo que sucedió aquella noche todavía es un misterio. Nadie, hasta la fecha, ha querido aclarar lo que ocurrió solo unas horas antes en la vivienda. Algunos aseguran que Carmen no pasó la noche sola, que todo hace sospechar que alguien omitió el deber de socorro. 

Las puertas de la vivienda estaban cerradas, las persianas bajadas y la sopa que descansaba sobre la encimera de la cocina hicieron que saltaran todas las alarmas. Nada de lo anterior correspondía con su comportamiento habitual y las investigaciones, por tanto, se centraron en un entorno que optó por cerrar filas para evitar filtraciones.

No las hubo. Abordaron los misterios con escrupulosa cautela, tal vez para evitar que el dolor siguiera aumentando. Sus hijos protegieron el informe de la autopsia que, en conclusión, arrojó que Carmina falleció por una parada cardiorrespiratoria que pudo haber estado motivada por el consumo de estupefacientes. Adicta confesa a los somníferos, meses antes de fallecer parecía haberse recuperado de su caída a los infiernos. 

Trabajaba en televisión, había reconquistado amistades sanadoras y parecía dispuesta a empezar una nueva etapa. No lo consiguió. Solo unos años después, Francisco Rivera conseguiría verbalizar los problemas de su madre con las drogas. No pudieron hacer nada para salvarla. Ni el dinero ni la entrega de los suyos lograron encarrilarla para evitar un final demasiado temprano.

No se avergonzaba al admitir que las exclusivas eran su salvación económica

Casada en tres ocasiones, fue pionera en todo. Abanderada del amor libre, puso precio a todas las parcelas de su vida para evitar tener que estar encadenada a un trabajo incómodo. Era congruente con sus decisiones y no se avergonzaba al admitir que las exclusivas eran su salvación económica. 

La sobreexposición la llevó a protagonizar momentos muy delicados como cuando confesó públicamente haber sufrido malos tratos por parte de una de sus parejas, el bailarín Ernesto Neyra. Las agresiones, que previamente denunció por los platós, nunca pudieron acreditarse y salió mal parada en una guerra mediática muy bien articulada que pretendía desacreditar y embrutecer su imagen.

De ser aplaudida llegó a recibir abucheos e insultos por el público de los programas a los que acudía. Fue su peor época, nada equiparable al escándalo por su separación de Julián Contreras, padre de su hijo menor, con el que compartió momentos muy complicados. Luego llegarían otros como Pepe El Marismeño, con el que Carmen tocó fondo a todos los niveles. Paquirri fue uno de sus grandes amores -no el mayor- y fue madre de sus dos hijos mayores, Cayetano y Fran, a los que vio casarse. Nunca le gustaron Blanca ni Eugenia. Dicen que a la hija de la Duquesa De Alba la llamaba "la bajita plateá", a pesar de mantener una relación cordial.

La muerte de Carmina también dejó sin descubrir los amores imposibles de los que tanto hablaba. Hombres de poder -algunos pertenecientes a familias reales extranjeras- con quienes compartió noches apasionadas y secretos de alto voltaje que todavía escandalizarían a ciertos sectores. Información que, de hacerse pública, también sorprendería a su propia familia.

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