El hombre que mató a su mujer dice que estaba harto de que le llamaran "buey"

  • El acuso confiesa friamente cómo mató a su esposa.
  • Dice que lo hizo sereno y consciente.
  • Le golpeó con un palo y le dio once cuchilladas.
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El acusado, junto a su defensa en la sección cuarta de la Audiencia Provincial.
El acusado, junto a su defensa en la sección cuarta de la Audiencia Provincial.
ICAL
El acusado, junto a su defensa en la sección cuarta de la Audiencia Provincial.
El vecino de Pedrajas, Valladolid, juzgado como autor de la muerte de su esposa Lidia, reconoció, sin paliativos, que cuando ideó acabar con ella se encontraba totalmente "sereno" y era plenamente consciente del alcance de sus planes.

En su descargo, alegó que lo hizo harto de los "desprecios" que la víctima le venía haciendo a lo largo del matrimonio y del "pitorreo" de sus propios compañeros de trabajo, en el que le llamaban "buey" ante las supuestas infidelidades de ella.

Explicó que el día de autos, después de que la víctima le volviera a pedir la separación, se desplazó en su vehículo a la capital y fue en ésta donde fraguó el crimen.

Aunque, según advirtió, su propósito era el de coger un tren en Valladolid y "poner tierra de por medio", para lo cual había retirado más de 1.000 euros de una cuenta, en lugar de abandonar el pueblo comenzó a pensar en matar a su esposa.

"De regreso a Pedrajas,  fui con la idea fija y no tuve otra", reconoció sin inmutarse, y añadió, aún todavía más sincero, que no había tomado alcohol que pudiera nublar sus ideas.

Tenía muy claro que quería matarla, sabía lo que hacía y me encontraba sereno
Ya en el domicilio, Jesús entró en la habitación y
con un palo que había en un armario comenzó a golpearla

reiteradamente en la cabeza, hasta en más de una veintena de ocasiones.

Acto seguido, la mujer, malherida, huyó hasta la cocina y se desplomó inconsciente, momento en que el acusado, como así reconoció, la hirió mortalmente con un cuchillo de cocina.

"Fui directamente al corazón, la rematé pero con la intención de disminuir su dolor", manifestó.

Jesús mantuvo que su matrimonio a lo largo de 32 años tan sólo funcionó los dos o tres primeros, mientras que los últimos once la relación era nula, hasta el punto de que dormían en habitaciones distintas y ni siquiera comían juntos.

Durante toda la declaración se mantuvo frío, salvo cuando aparecieron en la sala sus dos hijas, momento en el que Jesús se desmoronó. Las hijas definieron a su padre como  un hombre "antisocial, violento, dominante y tacaño".

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