Unas 3.500 mujeres ejercen la prostitución en Castilla y León, la mayor parte de ellas en Valladolid y León (800 en cada capital), seguidas de Salamanca, donde ejercen alrededor de 700.

Una de las organizaciones que más tiempo lleva trabajando en su entorno, Aclad, asegura que «no existen grandes mafias en la región, aunque sí hay algunas que trabajan obligadas». En su mayoría rumanas, forzadas por su propia pareja o sus hermanos.

Lo más habitual es que las prostitutas trabajen en pisos, y aunque hay lugares sólo de españolas o sólo de travestis, en el 70% de los casos se trata de extranjeras y, más concretamente, sudamericanas.

Las españolas en los clubes de carretera también «son contaditas» y suele tratarse de mujeres sudamericanas, nigerianas o de Europa del Este. Un sector que también se ve afectado por la crisis ya que, según la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne, Anela, los clientes han bajado un 20% y los ingresos casi un 40%, ya que acuden menos hombres y los que van, gastan bastante menos.

Aunque la calle en esta región se ejerce poco, pueden encontrarse mujeres de Nigeria, Guinea o Rumanía trabajando, por ejemplo, en la vieja carretera de Renedo, en Valladolid, donde conviven con travestis y transexuales de Ecuador y Brasil y, cada vez menos, con mujeres drogodependientes.

Sin acceso al médico

Se les hace muy difícil acudir a los centros de salud, primero porque piden cita y para la fecha que les dan puede que ya hayan cambiado de ciudad de trabajo; y luego, porque «es difícil empezar por decirle al médico que eres prostituta o travesti», afirma Manolo Martín, de Aclad.

La ONG trabaja también en la atención higiénico-sanitaria para cubrir ese vacío y les realizan periódicamente analíticas, citologías o seguimiento del VIH y de la hepatitis.

En lo que va de 2008 ya han atendido a 1.200 mujeres de la región, 365 de ellas en Valladolid.

Programas Lua y Zoe

Para mejorar las condiciones sanitarias de las prostitutas les ofrecen preservativos y lubricante, además de que les imparten talleres de educación afectivo-sexual tanto en pisos y clubes como en la calle, en el programa Lua. «No vamos a sacarlas de allí, son libres y bastante maduras; lo único que hacemos es ofrecer un servicio de apoyo», asegura Martín, de Aclad. También se les enseña a negociar con el cliente el uso del preservativo, medidas para evitar contagios o consejos para trabajar con la regla. Otras organizaciones, como Cáritas, ayudan a las prostitutas a resolver y mediar en los momentos violentos que suelen surgir en los clubes o pisos donde trabajan, con el programa Zoe.

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