¿Qué pasaría si un día hubiera un escape de gas tóxico en la Térmica de Aboño, a apenas dos kilómetros de Gijón? ¿Tenemos suficientes recursos y personal para que un incidente así no acabe en tragedia? Según lo demostrado por los cerca de 150 efectivos de seguridad y emergencias en el simulacro organizado ayer en la Térmica de Aboño, parece que sí.
Desde el momento en que suena la señal de alarma, una enorme dispositivo dirigido por el 112 se pone en marcha. Los bomberos de Gijón son los primeros en llegar y rápidamente tratan de contener el escape con agua a presión. Mientras, las ambulancias trasladan a los heridos al puesto de mando avanzado que se acaba de montar en Prendes. Desde allí, se les traslada al hospital de San Agustín de Avilés en helicóptero.
La actividad es frenética y cada segundo cuenta. Los Bomberos de Asturias llegan con su camión especializado en extinciones en altura y un técnico de Protección Civil evalúa los riesgos de la nube tóxica. En ese momento, si fuese necesario, se avisaría a las radios para informar a la población. El dispositivo de emergencia -lo tienen otras siete fábricas en Asturias- se desactiva sólo cuando todo está controlado.
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