20 minutos comprobó ayer in situ cómo la ley se incumple en tres establecimientos que ya fueron inspeccionados por la Agencia Antidroga y absueltos.

Alfredo (56 años) se acerca con paso firme al mostrador de la charcutería mientras espera a que le preparen su carajillo en la barra contigua. Su cigarrillo sobresale flanqueado por los restos de medio queso manchego en oferta y varias piezas de panceta al corte.

La escena ocurría ayer en uno de los muchos establecimientos denunciados por Nofumadores.org (hasta 137 desde que entró en vigor la Ley Antitabaco) y en el que la Agencia Antidroga de Madrid desestimó la existencia de irregularidad alguna.

Pero según estipula la normativa, Alfredo habría tenido que abstenerse de fumar por tratarse de un espacio cerrado en el que se elaboran, transforman, preparan, degustan o venden alimentos (cap. II, Art. 7, apdo. I de la Ley Antitabaco).

Nadie lo nota

Sólo la puerta abierta de par en par del local alivia la concentración del humo, aunque lo cierto es que nadie parece advertirlo. Ni siquiera la madre y la hija que se declaran no fumadoras (la cría es menor) y que comparten una napolitana con el café con leche del desayuno. Acaban de salir del médico y, según explica Rosario, la madre, jamás repara en las características de los bares en los que entran.

Pero esta cafetería-charcutería especializada en jamón ibérico al corte no es el único espacio cerrado donde se exhibe el cartel de «se puede fumar» a pesar de contravenir la normativa. Basta con dar una vuelta por la glorieta de Cuatro Caminos, donde se ubica, para encontrar dos establecimientos más en los que los alimentos comparten espacio con las colillas dejadas por los últimos clientes.

En uno, especializado en marisco, la plancha para las gambas está ubicada en el mismo lugar donde se consume. Aquí el cartel que autoriza a fumar no figura en el acceso al local. Sólo se puede ver una vez dentro. Al lado... langostas, nécoras y langostinos recién pescados.

En el tercero, una familia desayuna entre humo de tabaco. Hasta ahí todo normal si no fuera porque están rodeados de productos de bollería recién horneada.