Un pueblo de Indonesia recurre a fantasmas para asustar a los ciudadanos y asegurar el confinamiento en casa

A base de sustos aprenden los vecinos de Sukoharjo, un pueblo situado en la provincia de Java, en Indonesia, a permanecer en sus hogares para evitar los contagios por coronavirus. 

Se trata de una medida un tanto excepcional, pero que ha resultado ser efectiva para que la gente se quede en casa, si no por el coronavirus, por la antigua superstición que se ha personificado en las calles con un elenco de fantasmas.

Por supuesto, estos fantasmas son en realidad personas de carne y hueso que se han ofrecido a concienciar a los más rebeles, a los que no respetan la cuarentena. "En primer lugar, queríamos ser diferentes", explica uno de los promotores de la idea, "buscábamos un efecto disuasorio porque el 'pocong' es un ser escalofriante, así que gracias a dios, desde que hemos creado estas barricadas pocong en los accesos, el ambiente en el pueblo se ha vuelto más sensato". 

El 'pocong' según la tradición del país es el espíritu de un muerto que se ha quedado atrapado en el momento de ser enterrado. Y no es fácil resultar convincente, por eso el maquillaje y una buena sábana son fundamentales. 

Aunque en un principio ésta medida atrajo a los más curiosos, parece que la estrategia está empezando a funcionar en esta aldea, donde los ciudadanos prefieren ahorrarse el susto y quedarse en sus casas. 

Ahora bien, la iniciativa ha tenido tanto éxito que se han creado a su vez patrullas nocturnas para salir a ver a estas apariciones. Por eso los voluntarios ponen todo de su parte para espantar a los mirones con las actuaciones más terroríficas y originales a su alcance. 

En Indonesia, uno de los países más afectados del continente asiático, confirmaron el 12 de abril 4241 positivos de COVID-19, con un total de 373 muertos. No obstante, han descartado el bloqueo del país y optan por el distanciamiento social y las medidas de higiene para frenar la propagación de la pandemia.