«Creo que soy un ejemplo para otros trabajadores» dice sin dudar María Jesús, (nombre ficitio por miedo a represalias), una cajera de supermercado de 29 años de la zona sur de Madrid a la que una sentencia hecha pública ayer por UGT le reconoce que su elección horaria prevalece frente a los perjuicios de organziación que pudiera tener la empresa.

Como el caso de María Jesús, desde verano ha habido en la región un boom de sentencias, que como novedad, daban la razón a los trabajadores que reclamaban turnos horarios determinados para poder conciliar su vida laboral con la familiar, según José María Casero, secretario de comercio de UGT.

«Yo tenía un trabajo rotatorio; una semana estaba de mañana y otra de tarde y claro mi hija de diez meses se volvía loca», recuerda María Jesús, que gana unos 950 euros brutos al mes. «Había días que estaba bañada, cenada y acostada a las 21.30 h, pero otros, eran los 23.30 h y aún no se había dormido».

Con semejante desbarajuste María Jesús pidió a su empresa, una gran cadena de distribución, una reducción de jornada. La compañía concedió la reducción pero le negó a la cajera el horario de mañana.

Finalmente un juzgado de lo Social le dio la razón aunque el turno de mañana de María Jesús pudiera llevar problemas organizativos a la empresa.