Dani Rovira sorprendía a principios de semana anunciando que, en medio del confinamiento general, él empezaba a librar su particular batalla contra el cáncer. Una enfermedad que había dado sus primeros síntomas semanas antes de que acudiera al médico preocupado por los cambios que había apreciado en su cuerpo y contra la que está dispuesto a luchar convencido de que ganará la partida. Los médicos que le acompañan en este largo y angustioso proceso se muestran, evidentemente, optimistas e inciden en la importancia que tiene saber enfrentarse a una situación clínica que, sin duda alguna, modifica o altera las expectativas creadas para el futuro más inmediato.
Dani no está solo. Su familia ha hecho piña en torno a él y su novia, Clara Lago, no se separa de su lado. Superada una crisis que no duró demasiado tiempo, qué duda cabe que ahora la actriz es guía y luz. Me aseguran que lo motiva con mensajes ilusionantes y lo consuela cuando la tristeza llega para visitarlo. También fue la persona que le aconsejó hacer público lo que le estaba ocurriendo antes de que pudiera trascender como rumor o información sin contrastar.
A pesar de que sus esfuerzos –como debe ser- están centrados en superar este bache llamado cáncer, lo cierto es que Dani no ha dejado de ocuparse y preocuparse por los asuntos filantrópicos en los que lleva sumergido desde hace varios años. Cuentan a 20Minutos que sigue colaborando, incluso con mayor implicación, en todos aquellos proyectos cuya finalidad es ayudar al prójimo. Está claro que ni siquiera el linfoma diagnosticado le va a dejar sin fuerzas para seguir cumpliendo el objetivo principal de su vida: que nadie pierda la esperanza. Ni la sonrisa. Que de hacernos reír, Rovira sabe un rato.
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