El acusado de matar a su pareja a martillazos dice que no estaba en su sano juicio

  • El detenido dice que no tuvo conciencia de estar en la cárcel hasta un mes después de ser arrestado.
  • La defensa aleja que sufría alucinaciones y delirios.
  • La Fiscalía considera el hecho un acto de violencia doméstica.
  • La víctima tenía 74 años y el supuesto agresor 44 años.
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Juan G.R. ha asegurado al jurado popular que lo enjuicia desde hoy en la Audiencia de Granada que, de haber estado en su "sano juicio", nunca habría acabado con la vida de su compañero, argumentando que no tenía ningún motivo y que para él la víctima era además "el padre que siempre habría querido tener".

Aunque ha negado que el fallecido -Alberto R.G., de 74 años- fuera su novio, la Fiscalía, que solicita para el acusado 15 años de cárcel por un delito de asesinato, ha equiparado con un caso de violencia doméstica este crimen, ocurrido el pasado 5 de abril de 2006 en un inmueble en obras de Churriana de la Vega (Granada).

Frente a lo sostenido por la acusación pública, que cree que el procesado "sabía lo que estaba haciendo" pese a la enfermedad mental que se le diagnosticó, la defensa intenta demostrar que sufría "alucinaciones y delirios" que afectaban a sus capacidades cognitivas y volitivas.

De hecho, el procesado ha relatado al tribunal que el día en que ocurrieron los hechos se ocultaba en su cortijo en la creencia de que ciertas personas querían matarle tras haber comenzado a construir un monolito de piedra -que él consideraba "una obra de arte"- en las inmediaciones de su casa.

Ante este estado de miedo y nerviosismo, en el que el enjuiciado se sentía observado y perseguido por sus vecinos, llegó a pensar que en el cortijo había una bomba, por lo que empezó a tirar sus tejas para alertar así a los conductores de una vía cercana y conseguir que la Guardia Civil o la Policía le auxiliara.

Según ha explicado, después de que Alberto accediera ese día al cortijo comenzó a hablarle, pero no lo entendía, y creía que estaba rodeado de unos vecinos con escopetas para matarle.

"Le dije que si se acercaba 'le daba' y, como se vino hacia mí, pillé un martillo y le golpeé", ha dicho Juan G.R., quien ha asegurado que en ese momento pensaba que su compañero "era otra persona".

El acusado ha dicho además que está "muy arrepentido" por lo que hizo y que incluso no fue consciente de que estaba en prisión hasta un mes y medio después de lo ocurrido, creyendo que en realidad le estaban protegiendo porque lo iban a matar.

Ha añadido además que, tras lo sucedido, ha perdido la ilusión de vivir, que se siente culpable y que no sabe si algún día podrá encontrarse "en paz" consigo mismo.

Durante el juicio, que mañana continuará a partir de la 9:30 horas en la Sección Primera, han declarado además como testigos siete agentes de la Guardia Civil, algunos de los cuales han expuesto lo alterado que se mostró tras el crimen el acusado, quien llegó a decir que él era "el cordero de Dios".

Le dije que si se acercaba le daba y, como se vino hacia mí, pillé un martillo y le golpeé
En su escrito de acusación provisional, la Fiscalía aprecia la atenuante de trastorno mental transitorio del acusado, para el que también solicita, además de 15 años de prisión por asesinato, que indemnice a cada uno de los cuatro hermanos de la víctima con más de 16.000 euros -64.409 euros en total-.

La defensa sostiene por su parte que los hechos constituyen un delito de homicidio imprudente y solicita la libre absolución al considerar que actuó con las capacidades totalmente alteradas.

El relato del fiscal explica que la mañana del 5 de abril de 2006 llegó la víctima al cortijo, donde ya estaba el acusado, y se inició entre ambos una discusión en la que, "sin motivo aparente y de forma sorpresiva", el procesado cogió un martillo y propinó a su pareja dos fuertes golpes en la frente.

Cuando la víctima trató de abrir la puerta para marcharse, el acusado le dio con el martillo en la mano derecha para impedírselo y luego le propinó otro "fortísimo golpe" con una especie de piocha (herramienta para paredes).

Mientras la víctima agonizaba, el acusado se lavó las manos, llamó a la Policía Local y al 061 solicitando una ambulancia y salió a la carretera, donde paró a una patrulla de la Guardia Civil que ya había sido avisada para que acudiera al lugar.

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