Jorge Javier: lágrimas, tormentos y triunfos del rey de la televisión

  • Se formó trabajando. Fichó por 'Pronto' y de allí saltó a la tele. De 'Rumore Rumore' a 'Sabor a ti', que fue trampolín.
  • Logró que la versión inicial de 'Sálvame' se transformara en un programa de cinco horas con el que ganó el Ondas.
Jorge Javier Vázquez, en El tiempo del descuento.
Jorge Javier Vázquez, en 'El tiempo del descuento'.
GTRES
Jorge Javier Vázquez, en El tiempo del descuento.

Jorge Javier Vázquez es, esencialmente, quien dice ser. No se oculta tras una máscara dibujada para la satisfacción ajena. Tras la seguridad que proyecta se encuentra un hombre cargado de miedos, complejos o dubitaciones que ha luchado por entenderse y no cuestionarse. Desde su homosexualidad, la relación complicada con su padre o las incertidumbres profesionales. Él mismo se ha encargado de derrumbar los prejuicios que construye la televisión y que lo han perseguido desde que la misma lo transformó en estrella rutilante. Ha confesado que lucha contra una depresión que, tal vez, cabalgó desbocada antes de que él la detectara.

Productor, actor, presentador y empresario, es de temperamento moderado, de enfados fuertes y rotundos como un huracán. Combativo y constante, supo que la Filología Hispánica que cursó en la universidad no era lo suyo. Tardó poco en descubrir que su verdadera vocación era el periodismo. Se formó trabajando, como los grandes. Fichó por Pronto y de allí saltó a la tele. De Rumore rumore a Sabor a ti. El tú a tú que realizaba con Ana Rosa Quintana era un disparate lleno de risas y chascarrillos. La información no era lo más importante en aquella sección que le sirvió de trampolín para otros proyectos.

Quizás el más relevante fue Aquí hay Tomate, en 2003. Un programa corrosivo que empujó de los altares a los egos imposibles y que le hizo ganar decenas de enemigos. Su popularidad creció indiscutiblemente, igual que la de su compañera Carmen Alcayde. Tanto fue así que desde la competencia no dudaron en lanzarle torpedos mediáticos cargados de sorna y humillación. Lo pasó mal. Tanta acidez acabó con el Tomate cuando nadie lo esperaba. Jorge Javier vivió entonces su primera catarsis. Pensó que no volvería a trabajar. Que nadie confiaría en él después de un programa canalla que le enseñó lo mejor y lo peor de codearse con las estrellas.

Concluyó erróneamente. Aunque pasó un tiempo en barbecho, volvió a la primera fila antes de que se le echara de menos. Presentó los resúmenes de Gran Hermano y volvió al diario con un programa que reunía, como él mismo dijo, a lo mejor de lo peor. Sálvame llegó para quedarse. Sin él no hubiera sido lo mismo. Sabedor de su empatía, revolucionó el lenguaje televisivo y consiguió que la versión golfa inicial se transformara en un programa de cinco horas de duración con el que Jorge tocó los cielos de la profesión al recibir un Premio Ondas que evidenció lo más zafio del negocio con críticas y reproches.

En aquel momento, como en todos, tuvo el apoyo desinteresado de su novio. Paco es parte de su familia a pesar de que en 2018 separaran “definidamente” sus caminos. Ha sido paño de lágrimas, compañero de batallas y consejero en tiempos difíciles. Tal vez quien le mostraba -y le sigue mostrando- esa parte terrenal de la que es fácil abstraerse entre tanta tela de araña. Tras la ruptura, cómica en algunos momentos, Jorge Javier no ha tenido suerte en el amor. Puede que tampoco la busque. Navega por aplicaciones protagonizando encuentros o desencuentros a pesar de que muchos siguen pensando que su corazón sigue sabiendo y latiendo por Paco.

Es lógico. A fin de cuentas también él, junto a sus hermanas y su madre, ha sido su compañero de risas y felicidad. También ha estado en la enfermedad. Además de la depresión contra la que lucha, el presentador tuvo que ser intervenido al sufrir un ictus que, afortunadamente, fue tratado a tiempo. A pesar de que se enfadó cuando se publicó que tenía que volver a pasar por el quirófano, la operación se realizó para reajustar los estent que se habían estrechado. 

Fue, como era de esperar, todo un éxito. Jorge ahora ya es el de siempre. Genial, persuasivo, hiriente, huidizo pero casi siempre oportuno. Tal vez, por eso, se le perdona todo. O casi todo. Habrá que verle esta semana cuando se ponga, otra vez, al frente de Supervivientes.

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