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Kim (a la izquierda, con la camiseta de Carvajal) durante un partido de LaLiga Santander entre el Real Madrid y el RC Celta.

Fútbol español: unos colores que unen sin importar las fronteras

LaLiga llega a corazones de todo el mundo. Cuatro personas de orígenes diversos hablan de su afición a distintos clubes de nuestro país 

Nuestro fútbol es un hogar. No solo para todos los seguidores de los distintos clubes nacidos en nuestras fronteras, sino también para todos los que, tras emigrar, han llegado a España y han encontrado en algún equipo una razón de más para quedarse o volver con frecuencia. Inspiración, referencias, emoción o recuerdos: cuatro perfiles nos explican por qué el Atlético de Madrid, el Real Madrid, el FC Barcelona y la Real Sociedad son sus equipos ‘adoptivos’ del alma.

Kim, surcoreano del Real Madrid

Kim, seguidor del Real Madrid
Kim posa durante ElDerbi el pasado 22 de diciembre de 2019. 

"He pasado mi vida entre Estados Unidos, España y Corea, donde vivo actualmente", enumera Woonghi Rafael Kim. Hincha del Real Madrid, empezó a seguir a los merengues de la mano de su hermano mayor; ambos descubrieron su amor por el fútbol tras mudarse a Canarias en 1999. "Mi vida ha tenido muchos altibajos, y ver al Madrid me ha hecho sentirme siempre muy identificado con el club", apunta. "De ellos he aprendido que hay que luchar hasta el final y que hacerlo trae resultados, milagros que han hecho de ellos un equipo tan grande". Siempre que puede sigue acercándose al Santiago Bernabéu –de hecho, cuenta que hace menos de un mes estuvo viendo el Real Madrid-Atlético en primera fila en el estadio– y no es el único: la afición coreana, explica, suele tender a viajar para ir a los partidos. "El fútbol español tiene cada vez más presencia allí; ahora mismo, por ejemplo, hay muchos aficionados del Valencia CF, en gran parte gracias a Kang-in Lee, que es un icono nacional y juega en sus filas".

Edu y Raquel, brasileños del Atlético de Madrid 

Eduardo y Raquel, antes de un partido del Atlético de Madrid.
Eduardo y Raquel, durante un partido del Atlético de Madrid en el Vicente Calderón.

"Brasil es un país de fútbol", afirma Eduardo, que emigró a España en el año 2016. "Allí yo era seguidor de un equipo, el Corinthians, conocido por su afición, que siempre está presente sea cual sea la posición en la tabla. Cuando llegué aquí, me preguntaba cómo podría vivir sin ir a un estadio, porque era mi principal hobby", explica. Y entonces, descubrió al Atlético de Madrid. "Un buen amigo me llevó al Vicente Calderón a un partido, vi que la grada no dejaba de cantar y me sentí en casa. En cuanto salí de allí, me hice socio", sonríe. Sigue a los rojiblancos desde entonces junto a Raquel, su pareja y también aficionada, con tal pasión que estando ella embarazada viajaron a Tallin (Estonia) para ver la final de la Supercopa de la UEFA contra el Real Madrid. Como anécdota, una imagen que salió al día siguiente en un centenar de periódicos: la celebración del gol de Diego Costa en aquel partido, fotografía en la que ambos aparecen en primera fila mostrando el afán por su Atleti. 

Facundo, argentino de la Real Sociedad 

Facundo posa junto a su hija antes de un partido de la Real Sociedad
Facundo posa junto a su hija antes de un partido de la Real Sociedad

"Como buen argentino, el fútbol me puede", afirma Facundo. Hincha de Boca Juniors, lleva 18 años en San Sebastián. "Cuando empecé a rodearme de gente, vi que lo más cercano, por familia y amigos, era la Real Sociedad, que además tiene una afición apasionada y con unos valores increíbles", cuenta. "Poquito a poquito, la costumbre que desarrollas te convierte en fan", explica. Habla de la "sangre caliente" de su país respecto al fútbol, de los 100 kilómetros que recorría todas las semanas para ver a Boca y de lo diferente que es en el País Vasco. Recuerda aquel día, en 2002, en el que la Real estuvo a punto de ganar el campeonato liguero. Él no fue al trabajo: estaba viajando a Vigo para presenciar el partido. Ahora lo vive de una forma más relajada, pero asiste al estadio "el 90% de las veces", en muchas ocasiones con su hija. El 10% restante también está en un campo: en el que juegue el equipo al que entrena.

Andrew, rumano del FC Barcelona

Andrew, del FC Barcelona
Andrew posa con la camiseta de su equipo

Andrew conoció al FC Barcelona en un partido histórico: la final de la Champions que ganó su equipo en Rumanía, el Steua, en 1986. A medida que crecía, comenzó a aficionarse al club blaugrana, en gran parte "gracias a los partidos que se emitían en La 2 y que yo veía en mi país vía televisión por cable", explica. El nombramiento de su paisano Popescu como capitán y el amor hacia el ‘fútbol total’ hicieron el resto; cuando llegó a España con 15 años, el Barça era ya su equipo de referencia. Divertido, recuerda aquella locura que le dio cuando, en 2009, los azulgranas anotaron seis goles en el Santiago Bernabéu. "Trabajaba en un hotel en Mallorca y tenía un compañero muy forofo del Real Madrid", explica. "Así que aquel día, para molestarle, debajo del traje no vestí camisa, sino la camiseta del Barcelona. Me di una vuelta gritando por todo el hall, fue algo maravilloso", ríe.