Juan Antonio es maestro confitero y durante 22 años ha trabajado en un horno de Sevilla. Sin embargo, la vida le ha jugado una mala pasada y se ha visto en el paro (situación en la que lleva casi un año).
Al verse casi en la calle, lleva una temporada aparcando coches en la Macarena. Lo que lo hace distinto al resto de «gorrillas» de la ciudad, es que regala novelas, poesía, relatos... a quienes lo tratan bien. «El otro día le regalé a una muchacha Love Story. También regalo relatos propios», dice sonriente Oller.
Cuenta que se marchó de la empresa en la que trabaja con sus hermanos porque, asegura, «sufría acoso» de un superior, lo que le provocó una depresión de la que dice no ha salido desde 2002. Su matrimonio sufrió las consecuencias.
Comedor benéfico
Ahora, los 800 euros que cobra del paro sólo le dan para el alquiler (575) y «darle de comer» a su hijo Isaac (el mediano de los tres que tiene) con el que vive. A diario acude al comedor benéfico de San Vicente de Paul, en Triana.
«Mis hermanos me ayudan con lo que pueden, pero tienen hijos». Ha presentado «multitud» de currículos pero, aún nada. ¿Su sueño? Trabajar y «poder pagar mis trampas».
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