Condenado a 22 años de cárcel por 3 años de abusos sexuales y maltrato a su familia

  • Dejó embarazada a una de sus hijas en 2004 y la llevó a abortar.
  • También es autor de un presunto delito de lesiones a su mujer.
  • A pesar de los hechos ha anunciado hoy que recurrirá la sentencia.
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Un vecino de Almonte, F.B.S., condenado a 22 años y tres meses de cárcel como autor de un presunto delito de
maltrato continuado en el ámbito familiar, otro de lesiones con instrumento peligroso, lesiones hacia su mujer, dos delitos continuados de
abusos sexuales y uno de resistencia grave a la autoridad, que se encuentra en prisión preventiva, anunció hoy que
recurrirá la sentencia.

Según explicaron fuentes de la Fiscalía Provincial de Huelva, la sentencia, que recoge una pena de 267 meses de prisión, no se ha hecho firme aún al ser recurrida por la defensa. La Audiencia tendrá que decidir si continúa privado de libertad hasta que se conozca el resultado de esta resolución.Tal y como adelantó el diario

El Mundo Huelva Noticias en su edición del pasado sábado, "no fue hasta el 14 de mayo de 2007 cuando se atrevieron a denunciar",
tras años de presuntos malos tratos y abusos. Ese día, "el acusado agredió al hijo mayor en la cabeza con un bastón de punta metálica y atropelló intencionadamente a su esposa".

En la sentencia de la Sección Primera de la Audiencia de Huelva, el tribunal relata que el vecino, sin antecedentes, "se casó con J.S.A., prima hermana con la que inició una relación cuando ambos tenían 15 años y fruto del mismo tuvieron tres hijos y dos hijas".

Según explica la sentencia,

las dos hijas sufrieron todo tipo de abusos por parte de su padre e incluso una de ellas estuvo embarazada en 2004 y la llevó a
abortar a una clínica privada de Madrid e incluso "las amenazaba con matarlas a ellas y a su madre si lo contaban".

Por otro lado, recoge que F.B.S. "ha sido siempre una persona autoritaria, posesiva y celosa, que ha sometido a su familia durante toda la vida a un continuado maltrato físico y psíquico y a un férreo control que abarcaba a todos los miembros, registrando sus entradas y sus salidas". Añade además que estaban sometidos a "continuos episodios violentos, en forma de golpes con los puños, empujones, tirones de pelo, bofetadas o lanzamientos de objetos de todo tipo".

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