Renunciar a algo que no vale la pena es una forma inteligente de gestionar la carrera profesional. Sin embargo, hay muchas veces que sí merece la pena perseverar.Esta diferencia es la clave para conseguir ser el mejor.

El secreto para lograrlo está en saber si la meta merece la pena y en conocer que la mayoría de altos cargos necesitan un largo camino hasta consolidarse en el puesto.

La renuncia

Las empresas más exitosas y sus directivos hacen renuncias estratégicas para triunfar. Por el contrario, quienes luchan por conseguir lo que quieren y no lo consiguen suelen renunciar a un reto laboral si éste se vuelve doloroso. Al inicio de una actividad profesional todo es entusiasmo, pero con el tiempo empiezan a aparecer los problemas y el aprendizaje se vuelve más exigente, como explica Seth Godin en su libro Salir del abismo. En esta obra aborda cómo vencer los obstáculos laborales superando ese abismo, que va desde el esfuerzo inicial hasta la maestría laboral y es el que marca la diferencia entre una empresa que triunfa y otra que desaparece.

El abismo

Las ferias comerciales son un claro ejemplo de abismo. En ellas es habitual ver decenas de empresas que intentan introducirse en una industria. Han invertido tiempo y dinero en fabricar un producto, crear una organización y alquilar un espacio de exhibición para hacerse un hueco. Al año siguiente, la mayoría no regresa porque no logra superar el abismo. Esto mismo ocurre con las personas que sueñan con ser director ejecutivo: es fácil desempeñar el puesto, pero es difícil superar la distancia para llegar a él; en estos casos merece la pena insistir y luchar.

Hay otros trabajos donde nunca mejora ni empeora nada, y empleos que tienen demasiados problemas para la poca opción de ascenso que ofrecen; éstos son los que conviene desechar.