Aunque Shiriagari Kotobuki ha sido conocido desde el comienzo de su carrera por un humor ácido e irreverente, Jaracandá va mucho más allá planteando una reflexión seria y apocalíptica: la venganza de la madre naturaleza, representada en este caso por un árbol de dimensiones colosales que termina por devastar la ciudad de Tokio.
Esa es la excusa que le sirve para dibujar más de 300 páginas en las que el caos se apodera de la planificación a base de rayonazos y negritud. Título de culto, pues, que ahuyentará al lector habitual de manga.
Dolmen / 320 páginas / 16 euros
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